Capitulo 35

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Una exquisita tarta de frambuesa se guardaba en un recipiente de plástico; se veía deliciosa y desprendía un peculiar aroma a frutas silvestres. Una señora bonachona la cargaba entre sus brazos, habiendo pasado por todas las medidas de seguridad previas, sin detectarse anomalías. Era un sábado de visitas familiares en la penitenciaría de Londres y Kim recibía gustoso el regalo de la mujer longeva; platicaron cerca de hora y media, probando del delicioso postre, hasta que ambos se despidieron con melancolía, Kim guardó el resto del postre, para degustarlo después, y partió hacia la celda que compartía con Zayn.

El moreno de ojos miel estaba irreconocible y aunque su furia y desesperación se había opacado casi por completo, se le veía más sombrío que nunca: perdido entre sus pensamientos y siempre con el ceño fruncido; amargado e intolerante. Ése día sin embargo, era diferente, y apenas vio entrar a Kim con más de la mitad del postre entre sus manos, se le tiró encima, arrebatándoselo con una expresión ávida. Se aseguraron de cerrar bien las cortinas y con una sonrisa que Kim no había visto en semanas, Zayn introdujo sus manos entre la masa de la tarta y extrajo de ella, una paca de billetes grandes protegidos por una bolsa de plástico transparente.

―Es la suma que pediste.

―Lo sé. Y siempre lo tendré presente, jamás hubiese acudido a ti si no fueras mi última opción, pero desde éste maldito hoyo, nada puedo hacer.

―Llamadas y visitas prohibidas, ése hermano tuyo siempre te tuvo con la soga en el cuello.

―No sólo es eso, Kim. Estoy solo, afuera no tengo a un solo aliado, cuando Liam tomó el mando y me lanzó aquí, todos se volvieron automáticamente en mi contra.

―Me imagino que tampoco es como si te desbordaran camaradas - Apuntó Kim riendo sardónico.

―Pues no, pero al menos era respetado.

Kim suspiró y habló en voz baja:

―Falta tan poco para tu fuga que estoy empezando a ponerme nervioso. La ambulancia que pediste está lista, y los choferes también; se les entregó la mitad del dinero, y como ordenaste, la otra mitad les será entregada cuando estés en libertad. Según me comentó Adelma, se mostraron muy emocionados cuando supieron que eras tú, al que tendrían que liberar.

―Espero que sean tan profesionales y eficaces como dijiste.

―Lo son, además de leales, no por nada son mis amigos - Kim lanzó un guiño.

― ¿Y los rusos, también son tus amigos? - Preguntó Zayn burlón, cambiando severamente la expresión del japonés.

―No te rías, bien sabes que no, pero eran nuestra única opción. Me dieron el plazo de un mes para cubrir el préstamo con un maldito cincuenta por ciento de interés. Me arriesgo demasiado por ti - Lamentó angustiado.

―No te preocupes, estando afuera tendré acceso a mis cuentas bancarias y te reembolsare cada euro, con un extra, como pago a tu favor.

―Hablas de tu escape con tanta seguridad, que se me hace imposible el no creerte, pero la verdad; es una moneda al aire.

― ¿Una moneda al aire? - Zayn chasqueó la lengua, reprobatorio ― Kim... la suerte es para mediocres.

(...)

Louis terminó de escribir una larga carta a John, como cada veintena de días hacía. Le contaba acerca de su vida, de noticias relevantes, de dudas acerca del futuro y demás insignificancias, evitando siempre escribir acerca de su vida sentimental pues aquello terminaría con el nombre de Zayn plasmado en el papel.

Pasaron varias semanas desde que el moreno le sorprendió con la llamada telefónica, y para su pesar, en ocasiones se hallaba arrepentido por haber lanzado tal amenaza, provocando que Zayn no volviera a comunicarse con él.

Prison loversWhere stories live. Discover now