Capítulo 48

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Idéntico a una estatua, Zayn no movió ni un dedo, aunque por dentro, comenzaba a hacerse garras. Debido a la segura destrucción de su temple, la duda se implantó en su mente como último recurso.

—Mientes. ¡Estás jodido de la cabeza! —Reaccionó.

—Es..., la verdad —Louis encogió los hombros, incapaz de plantarle la cara.

Entonces, recordó la llamada, cuando el castaño se comunicó con él, disculpándose torpemente. No sabía que él y tú eran... hermanos. Eso había intentado decirle, antes de ser descubierto por Liam.

— ¡Apenas lo supe, Zayn, te lo juro, él nunca me dijo su verdadera identidad, me mintió en todo! — Masculló. Tratando de lavar su conciencia, pero, ¿por qué sus justificaciones sonaban tan pobres?

—Lo planeaste todo desde un principio —Dijo; su voz, anormalmente calmada, claro indicio de encontrarse en el ojo del huracán. Liam negó.

—Aunque te resulte difícil creerlo, no fue así. Conocí a Ianthe en una cafetería, él era mesero y vino a mí. La misma cafetería donde tuve mi primera cita con Danielle —Sonrió, gozando — ¿No crees que fue una señal divina?

Zayn miró a Louis. Podría congelarle con aquellos ojos, dos perfectos círculos miel, igual a témpanos de hielo.

—Lo siento... — Musitó, desconsolado. Seguro, Zayn no lo querría más. Seguro, se arrepentía haber sacrificado todo por él... Un sucio y lujurioso chiquillo. «Ramera», estaría pensando, y no lo culpaba, también comenzaba a sentirse como una.

—Me enteré de su asqueroso vínculo después de la golpiza que le metiste. En especial, por su reacción —Señaló con la cabeza a Louis — Averigüé un poco, y toda la mierda comenzó a flotar. Como si nunca fuera a enterarme... Louis cubrió tu identidad hasta el final, igual que el japonés escondió toda información de la relación que tuvieron en la penitenciaría. El hijo de puta prefirió morir, bueno, yo respeté su deseo.

El castaño vislumbró la mácula tenebrosa que se apoderó del ser de Zayn, y supo de inmediato lo que haría: Iba a lanzarse sobre Liam, importándole nada que el cañón de un arma poderosa señalara un camino mortal a su frente.

— ¡Te amo, no cometas una tontería! —Exclamó. Y para su tranquilidad, surtió efecto, porque los talones del moreno volvieron al piso.

— ¡Cierra la boca! —Rugió Liam, atisbando la cabellera castaña — ¿Acaso quieres verlo morir? ¿Quieres cargar con esa imagen el resto de tu vida?

— ¡No! —Lloró con más fuerza.

—Enciérralo, Niall. Llévalo a mi habitación.

Louis agitó la cabeza. Desorientado.

— ¡¿Qué?! ¡No, Liam! ¡No!

Miró a Zayn con tanta intensidad, como si quisiera absorberlo con los ojos y rescatarlo de la situación. ¿Sería la última vez? Gimió, gritó, pateó. Inútil. Niall lo arrastró sin consideración.

—Hey, Louis — el castaño aguantó la respiración, estupefacto — Todo está bien. — Y sonrió. Zayn sonrió. Sincero, despreocupado.

Una sonrisa como pocas, que también cargaba perdón. Quiso decir algo, pero su lengua estaba agarrotada y sus labios sólo parecían saber temblar. La puerta se cerró, y su corazón lo resintió. Un dolor intolerable se extendió por cada fibra de su cuerpo, quebrando todo a su paso. Cerró los ojos, vencido a su cruel destino, y deseó, violentamente, no volver a abrirlos.

Adentro, el par de hombres no cambiaron de postura; ni la retadora del mayor, ni la amenazante de Liam.

—Híncate, y tal vez me apiade de ti — expuso, acercándose un par de pasos.

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