◍ 01 ◍

2.9K 373 72
                                    

—¡En algún momento tienes que divertirte! ¡Hacer algo loco!

El reclamo exasperado de Jimin no tomó a Taehyung por sorpresa. En el año y medio que llevaban compartiendo apartamento, y en los cuatro anteriores en los que habían sido compañeros de residencia en la universidad, la misma frase había sido dicha, sin muchas variaciones, cada viernes y sábado cuando intentaba infructuosamente sacarlo de casa para ir a bares o a fiestas.

—Yo me divierto —le respondió calmado.

—¿Estudiando? —Jimin abrió desmesuradamente los ojos como si alguien le hubiese dicho a esas alturas que la Tierra era plana—. ¿Trabajando?

—Y tú que pensabas que no era capaz de hacer algo loco…

Con una sonrisita Taehyung retomó la tarea de sacar los libros del bolso y colocarlos ordenadamente sobre el escritorio de su habitación. Luego, al ver que Jimin se daba por vencido y finalmente le concedía un poco de espacio, hizo una lista de los capítulos que debía leer el fin de semana y de los ensayos que tenía que escribir, y rellenó unas cuantas fechas académicamente importantes en el calendario que colgaba en una cartelera de corcho en la puerta del armario.

Todo perfecto, todo ordenado. Esa era la única forma concebible de funcionar.

Taehyung había trabajado jornadas dobles durante buena parte de su vida para ser la perfecta descripción de un buen chico. No le quedaba más remedio. Su hermano, Minjae, tenía todos los boletos comprados, y gastados, para la rifa del Hijo Problemático del Año.

De niños habían sido una unidad sólida frente al mundo, dos partes de una misma persona; pero, en algún momento de la pubertad, el vínculo se rompió y cada uno tomó su camino. O, mejor dicho, él optó por seguir el camino opuesto al de Minjae para tratar de preservar la salud mental de la familia.

Mientras Minjae fomentaba escándalos, daba fiestas que terminaban con la presencia de la policía y salía hasta las tantas de la madrugada, Taehyung se quedaba en casa, se atenía a las normas de la moral y las buenas costumbres y trataba de acumular logros académicos por duplicado.

Antes de cumplir dieciocho años, después de ingresar un par de veces a rehabilitación luego de sendas sobredosis que casi le costaron la vida, Minjae abandonó la escuela y decidió irse a Europa para ser «artista». Taehyung se graduó primero en su clase y sintió que era su deber moral solicitar ingreso en la Universidad Nacional de Seúl, el alma mater de sus padres –dos de los cirujanos más respetados de toda la ciudad–, para también convertirse en médico.

Con su elección no sintió que estaba sacrificando nada. A fin de cuentas, había pasado tanto tiempo compensando los errores de su otra mitad que no había podido descubrir qué era lo que realmente le interesaba. Le daba lo mismo asistir a clases de Biología o Fisiología que de Literatura Inglesa, Contabilidad o Dibujo Libre. A pesar de su falta de pasión por algo en particular, la necesidad casi patológica de aprender nuevas cosas lo recompensó con las mejores calificaciones. Eran tan buenas que sus padres ya hacían apuestas sobre la especialidad que elegiría y movían sus influencias para que hiciera residencia en el Hospital Universitario de Chonbuk o en el Universitario de Gachon.

—Me voy a trabajar —anunció Taehyung, saliendo de la habitación, sin molestarse en cambiarse de ropa.

—¿Recuérdame otra vez para qué necesitas trabajar? —le preguntó el pelirrojo semiacostado en el sofá con un portátil en su regazo.

—Me gusta. Recuerda que hago cosas locas —le lanzó una sonrisa ladina y movió las cejas sugestivamente—. Además, la renta no se paga sola.

Jimin bufó.

Addicted To You ❀ KooktaeWhere stories live. Discover now