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Exactamente a la una de la tarde Taehyung estaba atravesando el umbral de la casa de sus padres vestido como lo hacía cada vez que debía mostrarse en público con o ante ellos: pantalones blancos, una camisa azul cielo de seda y unos oxford negros. Y, por supuesto, con su cabello perfectamente peinado.

—Joven Taehyung, encantado de verlo tan pronto.

Ese también era el saludo estándar de Sungyun, el ama de llaves de la familia.

—Gracias —Se detuvo un momento junto a la pequeña mesita que estaba al lado de la entrada, donde reposaba una fotografía de sus progenitores el día de su boda—. ¿Mis padres?

—La señora está atendiendo unas llamadas y el señor está en su estudio.

Sí, definitivamente un sábado como cualquier otro. Seguramente sus padres se habían levantado a las siete de la mañana y habían ido a jugar golf, contabilizando el tiempo de sus diversiones para llegar a casa a una hora que les permitiera revisar el estado de sus pacientes y estar preparados para el tradicional almuerzo.

El universo Kim permanecía inalterable, al menos el de ellos. Él, en cambio, había desayunado panqueques con un hombre fuera de su área de confort y tenía pensado salir con el sujeto en cuestión esa noche, usando cualquier cosa que no fuera capaz de ponerse en presencia de sus padres.

Repasando las opciones de su armario, Taehyung hizo de forma mecánica el recorrido hasta el estudio del señor Kim que, como era sábado, tenía la puerta abierta, señal universal desde su infancia de que lo estaba esperando.

De todas formas dio unos golpecitos antes de entrar para anunciarse.

—¡Taehyung! —El hombre levantó la vista de las historias médicas que estudiaba para dedicarle una genuina sonrisa de alegría—. Llegas justo a tiempo.

Kim Taesung era la descripción exacta del médico competente y exitoso que sale en los anuncios de las revistas o en las series de televisión. Bastante entrado ya en los cincuenta, tenía el cabello entrecano, la mirada amable y un cuerpo que, aunque robusto, no evidenciaba ni un ápice de sobrepeso. Siempre decía que no había nada más antipático que un cardiólogo que te dice que debes bajar tu consumo de grasa y dejar la vida sedentaria pero que, por otra parte, exhibe una panza prominente y siempre se ve cansado.

Kim Taesung era y siempre había sido el héroe de Taehyung.

—Hola, papá.

Lo saludó, acercándose al escritorio lleno de papeles en el cual había otra fotografía: el matrimonio Kim y Taehyung, una perfecta familia de tres. De Minjae no había ni rastro en ese espacio. De hecho, poco a poco el rastro de su hermano había ido desapareciendo de toda la casa.

—Dime qué hay de malo con este paciente —Su padre le tendió el archivo que estaba estudiando.

Y así empezaba. Cada sábado un nuevo acertijo por resolver, una prueba, un pedacito más de educación para su prominente carrera.

—Si tú no sabes qué le pasa al paciente, mucho menos yo.

—Yo sé lo que le pasa al paciente, pero quiero que tú me lo digas.

Sonreía como un niño que te pide que juegues con él, y Taehyung no tenía corazón para negarse, aunque sabía que, si había que compararlo con un juego, era de esos que te dan puntos, no de los que se juegan por diversión.

El castaño se sentó y tomó el archivo, aunque, por decencia y un poco de miedo, le lanzó una advertencia.

—No soy médico y mucho menos cardiólogo.

Addicted To You ❀ KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora