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Father and Son de Cat Stevens sonaba en el teléfono, lo que significaba que esa llamada tempranera que lo sacaba de un sueño profundo e intranquilo era de su tío.

—Heewon… —Jungkook contestó con la voz áspera y pastosa. Trató de estirarse en la cama, pero todos los músculos le dolían—. ¿No te parece que es un poco temprano?

Son la diez de la mañana y no es tu tío. Es tu madre.

Al momento que escuchó su voz se incorporó de golpe. Era como ser despertado por la mismísima parca.

—¿Por qué llamas desde ese teléfono?

Porque si te llamo del mío no contestas.

Cierto. Cada vez que desde el móvil sonaba Master of Puppets de Metallica la llamada iba inmediatamente al buzón de voz y, si se dignaba a dejar un mensaje, era borrado inmediatamente sin ser escuchado.

—¿Qué quieres, Heeseok? ¿Pasó algo?

¿Es que una madre no puede querer hablar con su único hijo?

—¿Una madre? Sí. ¿Tú? No tanto. Así que te repito la pregunta: ¿qué quieres?

Tengo en mis manos el seguro de tu coche.

—¿Por qué? —preguntó suspicaz.

Porque yo te lo compré y, en vista de que no has pagado el seguro, la compañía me contactó.

¡Mierda!

Tenía veinticinco años, vivía solo desde que fue mayor de edad y, aun así, ser atrapado en una falta por su madre le generaba nudos en el estómago.

—Mándame los papeles. Lo pagaré la semana entrante.

Ya hice el cheque.

—No lo hagas.

Hagamos un trato.

Un escalofrío le recorrió la espalda. Hacer un trato con ella era como pactar con el demonio. De cualquier forma salías jodido.

Puedes tener los papeles y tu supuesta independencia si vienes a almorzar conmigo.

—¿Quieres que vaya hasta Gangwon a comer? —inquirió, tratando de ganar tiempo mientras su cerebro se terminaba de despertar y daba con alguna manera de librarse de la red en la que él solito se estaba revolcando.

No seas tonto —se rio, y Jungkook podía jurar que la risa de cualquier bruja de cuentos de hadas era más benévola—. Tu tío y yo estamos en Seúl. Nos vemos en Gangnam a la una. Te enviaré la ubicación.

Y simplemente colgó.

Así eran las cosas con su madre. Lo que quería lo conseguía. Con esas tácticas había pasado de cantar en bares a ser la diva de las baladas. La única jugada conocida que no le había salido bien fue embarazarse del hombre que la ayudó a construir su carrera, para asegurarse de que ese hombre, conocido también como el múltiple ganador de los premios más importantes del país, Jeon Hyeonsan, jamás se convirtiera en la competencia.

No lo logró y, aún en medio de su derrota, aprovechó la situación para grabar un par de discos donde lo insultaba. Gracias al hambre de la gente por el morbo, esos sencillos se convirtieron en discos de platino y la consolidaron como una estrella.

Sí, su madre siempre ganaba, aun perdiendo.

La cuestión ahora era, ¿qué podía querer de él?

Claramente no se trataba de que lo extrañara o que estuviese preocupada. Una mujer que deja a su hijo de tres años al cuidado de su hermano y su cuñada para cultivar una carrera y que, durante los siguientes quince años, nunca pasa con el mencionado hijo más de unas cuantas horas al mes, no era un modelo de amor maternal.

Addicted To You ❀ KooktaeWhere stories live. Discover now