LA VERDADERA CARA DEL ÍDOLO

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     Ya era muy normal en él, no podía dormir por las noches, pero esta vez era diferente, sí estaba durmiendo, estaba, hasta que unos golpecitos en la puerta lo desvelan.

—Robert... —murmuró Sarah.

—No pasa nada —besando su cabello, ésta seguía con los ojos cerrados— sigue durmiendo —ella asintió.

      Mientras descendía las escaleras, se colocó su bata y abrió la puerta.

—¿Señor? ¿Qué hace en mi casa?

—Sólo respóndeme algo ¿Quieres ganar mucho dinero?

     A pesar de estar un tanto dormido y sabiendo que había una gran posibilidad que todo esto fuera un sueño, no dudó y respondió— Sí, ¿Quién no quiere en ésta vida un extra de dinero? 

     El coronel sonrió y ambos se dieron un buen apretón de manos, quedaron en que mañana se reunirían en un parque que hay cerca de allí a finalizar los detalles, pero antes de irse le dijo: 

—¿No me preguntarás de qué se trata al menos Robert? 

—No señor, lo necesito.

—Comprendo, pero debes ir sabiendo que es algo muy pesado.

—No importa señor, lo veré en el parque por la mañana, tenga buena noche.

    Regresó a la cama, Sarah estaba profundamente dormida, éste la observó por unos instantes hasta luego colocar su mano en el vientre de su esposa.

—No te preocupes, sé que he cometido errores, pero tú padre no es un tonto, quizás sí un hombre estafado por su mejor amigo, pero nada más... debes saber que todo lo que hago, es por ti y tú mamá, para que nada te falte... y para que no se den cuenta del error que cometí.

    

     A la mañana siguiente, Robert le dijo que saldría a buscar trabajo, pero ella le respondió: 

—No es necesario que lo busques tan apresuradamente.

—Claro que sí Sarah, nuestro bebé pronto nacerá, quizás parezca que aún falta tiempo, pero hoy por hoy el tiempo vuela y para cuando menos quieras imaginas ya estará con nosotros y su llanto se oirá por toda la casa.

—Que así sea... pero, en verdad, tenemos dinero y está en el banco, estaremos bien, descuida, espera al menos una semana, no tenemos necesidad urgente de ello, tienes que reponerte de tú expulsión del ejército, tú amabas aquello y no me harás creer tan sencillamente que te da igual, te observo y sé que estás mal por ello... por favor Robert...

—No te preocupes, vamos a estar bien, lo sé, pero no viene de más buscar algo.

—Me preocupa tú salud mental.

—Tranquila —rió— no estoy loco.


     Salió de ahí un poco sofocado, se abrió el cuello de su camisa con desesperación, sentía que de no hacerlo moriría de asfixia.

     Llegó al parque replanteándose una y mil veces si lo que estaba por hacer era algo seguro o no, pero luego se dijo a sí mismo— Debes hacerlo, de otro modo Sarah descubrirá todo, ella y tú hijo dependen de ti, no puedes defraudarlos Robert.

     Visualizó al coronel vestido como un civil sentado en uno de los bancos del lugar, cerca de donde jugaban unos niños y no pudo dejar de pensar que ese podría ser su hijo o hija.

 —Wilson —poniéndose de pie para saludarlo— siéntate, a decir verdad creí que no vendrías.

—Anoche le dije que lo necesitaba, aquí me tiene, dígame que es eso tan oscuro que hay que hacer.

—Más que oscuro es... ilegal y sí, un tanto oscuro también, mira mi querido Robert, hace un so meses pedí una gran suma de dinero a la mafia, pero al no pagar me he endeudado con ellos y ahora estos me tienen en sus manos, debo hacer esto, de otro modo me matarán, a mi y a mi familia.

—Muy bien, ¿Qué hay qué hacer? 

—Traficaremos armas, pólvora y balas, las sacaremos del cuartel y por la noche las entregaremos al gran jefe.

—Pero eso es...

—Es ilegal, es pecado, sí, sí, sí, todo lo que tú quieras, pero es lo que me dará de comer y a ti también si me acompañas.

—¿No era para pagar tus deudas?

—En efecto, pero también recibiré algo de dinero, tú sabes, una pequeña comisión, también te daré a ti.

—Pero ¿Cómo se supone qué ingresaré al cuartel si el capitán me dio la baja?

—No fue el capitán quién lo hizo, fue el comandante, pero de eso no te preocupes.

—¿Me dice qué no me preocupe? estoy metiéndome en un negocio de la mafia y usted me dice que no me preocupe, esto lo hago por mi familia, Dios sabe que no soy ésta clase de hombre, seré de lo peor en algunas cosas, pero jamás mordería al mano que me dio de comer por tantos años.

—¿Y ahora dónde estás? —rió— vamos hombre, hoy por hoy debes enfocarte en tú presente y mal que te pese, la solución a tus problemas se llama dinero y ese tan anhelado dinero se encuentra en la palma de mi mano, formarás parte de la lista.

—¿Qué lista?

—Mi lista, no te pensarás que si caigo no tendré un suelo donde aterrizar, no querido, tú y todos los que me ayudan forman parte de mi lista, si yo caigo, puede que se me suelte la lengua y hable y si hablo, todos caen conmigo.

     Robert tenía un montón de cosas atragantadas por decirle, pero a su vez sentía ganas de llorar y a su vez sabía que no lo haría, se había convertido involuntariamente en una esponja, una que absorbía todo lo que sentía, todo le daba impotencia, todo, no podía hablar, aquel hombre era peligroso y su futuro dependía de ello.

—Comprendo señor, comprendo muy bien como funciona esto ¿Cuándo comenzaré y cuándo usted me pagará? óigame bien una cosa, usted dirá lo que quiera, que me tiene en la palma de su mano y todo eso, quizás pertenezca a su lista... 

—Quizás, no, —interrumpió— perteneces.

—Lo que sea, usted también pertenece a la mía, a una que no está en un papel, a una que dice que si me busca me encuentra, quiero trabajar para usted, pero también quiero mi dinero y que no me subestime, usted ya no es más nada para mi, regresaré al ejército, pero usted ya no será más aquel coronel que admiraba, sólo será el hombre que me vio en mi peor miseria y en lugar de ayudarse se aprovecha de mi desesperación para enriquecerse y saldar deudas conmigo —dicho esto, se puso de pie, estaba marchándose hasta que el coronel lo frena y le dice: 

—Wilson! —éste gira y lo mira— te espero mañana en el cuartel.

—Como diga.

—Muchacho... tienes agallas, eso me gusta.

     Robert sólo asintió y se fue.


ÁVARO AMORWhere stories live. Discover now