MI VIDA ERES TÚ

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      Era muy de madrugada cuando la puerta suena con tres dulces y delicados golpes, Robert algo adormilado abre la puerta, era ella.

—Mi Morfeo, siento llegar aquí, no quiero que tú esposa se despierte.

—Mi Afrodita, no, ella no está, descuida.

—¿Cómo puedes ser así? me enviaste una carta diciéndome que te enfrentarías a ellos.

—También te dije que te amaba.

—Eso ya lo sé, lo sé cada vez que oigo como pronuncias mi nombre, o mi apodo —rió.

—Sólo a ti te llamo así, porque sólo a ti te queda ese nombre, sólo a ti.

—No tienes idea de lo que he deseado verte.

—No tienes idea de las veces que peleo con mi corazón para alejarme y aún así aquí estoy, a tú lado, Julieta no puedo alejarme, te veo y es como si ya nada de todo este mundo importara, mi vida eres tú, todo eres tú.

—Le dije toda la verdad a mi padre —con lágrimas en sus ojos.

—¿Qué? ¿Qué verdad? 

—Patrick mató a mi madre y yo lo sabía, ella se cayó por las escaleras, las que iban en dirección al pasillo izquierdo, donde justamente en una de las habitaciones se estaba quedando Patrick ese día.

—¿Qué? ¿Patrick? 

—Mi madre era igual a mi, yo misma oí como le contaba toda la verdad a su hermano, uno que tiene muy lejano y que sólo vi el día de la boda y de lejos.

—Comprendo... 

—Con esto mi padre odiará a Patrick ¿No lo entiendes acaso? me divorciaré y estaremos juntos, ambos para vivir nuestra historia.

—Al fin sin escondernos.

—Al fin sin vagar por las noches con miedo, podré dormir acurrucada entre tus brazos.

—Podremos vivir la vida que siempre soñamos, Julieta, no me ilusiones en vano ¿En verdad podremos estar juntos? ser libres... 

     Ella asintió feliz, éste la besó, en un beso que quizás dijo mucho más de lo que ambos sentían, dijo hasta lo que ni siquiera conocían de ellos mismos, algo que poco a poco iba avanzando y tomando otro color, un amor que ahora se estaba haciendo real, la etapa de esconderse estaba pasando y ahora había que disfrutar de su libertad. 


    Augusto por otra parte, esa mañana se había levantado con mucho dolor de pecho, su corazón ¿Le quería decir algo? se sentía muy mal, pero aliviado a la vez, Patrick definitivamente estaba fuera de su familia y de la mafia, sólo estaba esperando a que ambos llegaran para decirles las buenas noticias, no se lo iba a tomar bien, eso era algo más que claro, pero no había nada que pensar, nada, todo cuajaba, todo lo que su hija decía tenía sentido, todo.

     Recordó todo, como si antes hubiera tenido los ojos cerrados y ahora los había abierto de golpe, sin ningún tipo de advertencia, sus ojos estaban abiertos y veía todo como realmente era.

     Pidió que tomaran las pertenencias de Patrick y las dejaran en la puerta, para que así no tuviera que entrar, estaba decidido, ese era el final, pero la vida da muchas vueltas y es casi imposible adivinar el futuro de alguien.

      Al llegar a su habitación sólo vio una fotografía de su esposa, una que nunca se había atrevido a cambiar de lugar, recordó todo, el exacto momento en que ella gritó, ese grito se repetía sin parar, luego el como la encontró allí y como le suplicó que no se fuera, recordó como Patrick descendía de esas mismas escaleras, pero al ver el cuerpo no pudo avanzar más, él no se veía mal, estaba afligido, estaba normal, quizás un tanto nervioso, pero nada más.

     El dolor en su pecho se intensifico, mucho más que antes, su brazo izquierdo comenzaba a doler cada vez más, entumecido y la respiración iba de mal en peor.

     Se cayó abruptamente al suelo y todo de repente se volvió lento, todas las imágenes de su vida pasaban de manera muy lenta por sus ojos como una película, hasta que un último dolor, hizo que todo se volviera negro.


     Patrick llegó a la mansión, estaba verdaderamente molesto desde que liberó a Robert, no sabía si realmente podía confiar en el, ni mucho menos si Julieta algún día lo amaría, se preguntaba ¿Por qué? ¿Por qué a él y no al hombre qué la esperó todo este tiempo? ¿Por qué ella no lo amaba? ¿Qué tenía Robert? él era el jefe de la mafia y aún así no lograba enamorarla.

      Al intentar abrir la puerta notó como la llave no encajaba, lo intentó varias veces pero no pudo, así que optó por su última opción, tocar el timbre.

—Señor Patrick... —dijo la empleada de la casa.

—Sí, ya sé que ese es mi nombre, hazte a un lado, no puedo ingresar.

—Lo siento señor, pero no puede pasar.

—¿Qué? —rió— Hazte a un lado! —gritó empujándola, inmediatamente los hombres encargados de la seguridad —los cuales no estaban en el momento en que él entro—  se acercaron y lo tomaron de sus brazos.

—Acompáñenos señor.

—¿Qué? Suéltenme! 

—El señor Augusto dejó órdenes explicitas, usted no puede ingresar a la propiedad, allí —señalando a un costado— están sus cosas.

—Pero soy el jefe de la mafia! —gritó muy enfurecido.

—Me temo que ese es un gran error —habló el abogado de la familia— el señor Augusto, mi cliente, le quitó todo tipo de poder, usted ya no es más socio ni jefe, ni prácticamente nada, también estás divorciado de Julieta, por lo que a estas alturas nada te pertenece, debes marcharte Patrick.

—No! No me iré a ningún lado sin antes hablar con Augusto! Apártense! Déjenme en paz! 

—No puedes, el señor Augusto te acusa de haber asesinado a su esposa, asesinaste a la esposa del jefe de la mafia.





ÁVARO AMORWhere stories live. Discover now