MIMOS AL ALMA Y DECLARACIONES FRUSTRADAS.

1 0 0
                                    

     Julieta estaba cada vez más triste por todo lo ocurrido, se había hecho tanta ilusión con verlo, pasar juntos esa noche y volver a ser ellos, los dos, como aquella noche del beso, pero no, debía aceptar la realidad de todo, su amor era peor que drama Shakespireano.

      Tomó un cuaderno y sacó una hoja donde escribió: 

     Mi amado Robert, esto no es una carta, por lo que quizás no se parezca a ello, tampoco es una nota, no es nada, simplemente mi corazón que se levantó con ánimos de escribirte.

     Qué decirte mi amado, a ser sincera, no sé cuál fue el exacto momento en el que te empecé a amar, a quererte tanto que ya hasta eres parte de mi, una parte indispensable de mi vida, no sé si fue el día del beso o es que comencé a amarte en mis sueños, no lo sé.

     No puedo siquiera mirarte a los ojos ahora, lo juro, aunque te tuviese de frente, no podría, me muero de la pena, no sé lo que pensarás de mi luego de tan macabro hecho, quizás, ese sea uno de los tantos motivos por los que no podemos volver a vernos, no podemos y no debemos.

      Sólo quería que me vieras a los ojos y encontrar mi amor en los tuyos, Robert nunca dudes de lo que siento por ti, pero entiende que lo nuestro no puede seguir, quizás mi vida esté escrita ya, quizás estoy condenada a nunca amar, o amar pero no ser correspondida, aunque por ti, sí lo fui.

     Quiero que sepas que siempre estaré para ti, para lo que necesites, por si me necesitas, porque nunca voy a olvidarte, hasta siempre Morfeo. 


     Sus lágrimas mojaban aquella declaración, porque eso era lo que a fin de cuentas estaba escrito en ese papel, una declaración, una despedida y un 'Te amaré por siempre' que quedó abstracto 

     Por último, besó la carta dejando sus rojos labios estampados sobre el papel.

     Por la noche, salió sin que nadie la lograse ver, por la ventana del baño, nada la podía detener.


     Augusto, Patrick y Federico estaban cenando de lo más amigablemente.

—Fede... necesito pedirte algo —le dijo Patrick una vez que el señor Augusto se retirara de la mesa por cansancio.

—Dime.

—¿Estarías dispuesto a entregarme a Robert?, sé que tú lo conoces... necesito terminar con todo esto.

—¿Quieres qué te diga dónde vive? 

—Sería de gran ayuda.

—Con una condición.

—¿Cuál? ¿Dinero? 

—No, reconozco que me interesa el dinero, pero no exageres.

—Entonces... 

—El no vive solo, su esposa está embarazada y... 

—Sabes perfectamente que no nos metemos con mujeres o niños.

—No sucederá nada con ellos dos, sólo quiero a Robert.

—Está bien amigo... te diré.

ÁVARO AMORWhere stories live. Discover now