RAPTADO

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     A la mañana siguiente, Robert despertó tirado en el mismo piso de la cocina, con un dolor de cabeza de infierno, miró hacia todos lados y notó algo, Sarah no estaba! no pensó en cosas dramáticas, no era el momento para ser pesimistas, pero ¿Dónde estaba? ¿Dónde se había ido y con su hijo? ¿En qué momento todo eso había sucedido? 

    Revisó toda la casa de arriba a abajo, pero nada, ella no estaba, aunque su ropa sí, la puerta sonó con unos fuertes golpes, tan así era que parecía que se iba a terminar cayendo.

—¿Quién es? —preguntó Robert aún sin abrir y tomando su arma— les advierto que soy soldado  del ejército —pero lo que decía parecía no dar mucho resultado dado que los hombres derribaron la puerta, tirando todo lo que estaba a su paso, todo estaba roto, todo era un desastre.

      Eran tres sujetos mucho más altos y corpulentos que él, vestidos de negro o gris, lo tomaron de los brazos y lo sacaron de la casa, hasta subirlo a un automóvil tapándole los ojos y colocándole un paño en su boca, él, poco a poco comenzó a sentirse somnoliento, hasta ya no sentir nada.

     Los sonidos estruendosos de sillas siendo arrastradas, pisadas y voces lo obligaron a despertar, aunque fue algo en vano, dado que no podía ver nada, sólo una pequeña luz blanca debajo de la cinta, pero no podía ver más que un poco de piso verde oscuro, bastante sucio, hizo fuerza para zafarse, no pudo, sus manos y pies estaban amarrados a una silla, luego, oyó como una puerta se abrió.

—Señor —dijo uno de los hombres— aquí lo tiene, Robert Wilson.

—Perfecto, ¿No hubo más dañados? 

—No señor, fue todo como lo pidió, además no había nadie, la mujer no estaba.

      

     Robert sollozaba y hacía todo tipo de esfuerzo para gritar, pero no pudo, todo tipo de palabra u oración se volvía completamente incomprensible, gracias a la mordaza, los hombres se fueron.

     Quedó así, en soledad unos cuantos minutos, casi se podría decir que llegaba a la hora.

—No te relajes, no estás solo —la voz era de Patrick, pero éste no lo reconoció, no hasta que le quitó la venda y pudo verlo, era aquel hombre, el que arrojó a Julieta a las afueras del bar el día del beso— es lamentable, verdaderamente muy lamentable, aunque, podemos arreglar las cosas, tengo dos opciones para ti, pero te las diré luego.

     Robert quería hablar, pero no podía, no hasta que Patrick se acercó a él y le quitó la mordaza.

—Suéltame! Déjame libre! Déjame libre para qué te de tú merecido! 

—Shh... no grites, no hay nadie más que nosotros dos aquí... y mis hombres afuera, claro, pero nadie más, oye... ¿Qué es eso qué se desliza sutilmente por tú mejilla?... es ¿Una lágrima? —rió— Pero Robert! no vas a llorar ahora, justo cuando nos estábamos haciendo más conocidos, por fin le puedo ver la cara al hombre que arruinó mi matrimonio.

—Eso ya estaba hecho trizas hace rato! Puedo asegurarlo! mi llegada a la vida de Julieta no tiene nada que ver con que tú vida de asco ¿Qué crees? en algo somos parecidos, necesitamos aquella bella mujer para ser feliz.

—Tú ya tienes esposa! Ve con ella! 

   En ese mismo momento, la mente de Robert hizo un 'Clic', lo miró muy mal aquel hombre frente a él y le dijo:

 —Por supuesto... por supuesto... 

—¿Qué tanto balbuceas? Habla claro! Dios mío este hombre se ha vuelto loco! 

—Aquí el loco eres tú! Demente! Dime dónde está Sarah! Habla! —gritó, Patrick lo miró sin entender— confiésalo, tú la tienes raptada a tú pobre Sarah, tú te la llevaste, ella está embarazada, déjala ir, ella no debe enterarse.

—¿Y yo para qué voy a querer a tú mujer?

—Pedir rescate.

—No tienes dinero, además tampoco lo necesito.

—Para dañarme.

—No la amas, eso es claro, por lo tanto eso no te dañaría, si quisiera en verdad dañarte, iría por Julieta.

—No! A ella déjala! 

—Eres patético, además de descuidado, tú esposa se marchó de tú casa y crees que la tengo yo, estás mal, muy mal.

—¿Vienes a juzgarme? 

—No, pero es lindo de vez en cuando ver a alguien patético, te da esperanzas como ser humano de mejorar, yo diría... gratificador, como sea... suerte, la vas a necesitar.

—¿Qué? ¿Para qué? 

     De repente aparecen nuevamente aquellos hombres, ahora con sus rostros cubiertos y unas macanas, Patrick dice:

—Ahora — los sujetos comienzan a acercarse y ya no tiene ningún sentido gritar o llorar, venían por él, si todo salía como él pensaba, en cuestión de horas estaría muerto, deberían sacarlo en angarilla, claro, si esto fuera una película y él el victimario tonto que cayó por seguirle el juego al amor.

    Comenzaron a golpearlo de tal modo que por un momento se dio por muerto o fracturado, ya no sentía sus piernas ni sus manos, mucho menos la capacidad de poder ponerse de pie, porque defenderse claramente no podía.

     Estuvieron así unas cuantas horas hasta que luego Patrick —quien estaba recostado en la puerta observando el espectáculo chasquea los dedos y los sujetos se detienen, Robert apenas si pudo abrir uno de sus ojos, sentía caliente en varias partes de su rostro, entre ellas la boca, la nariz y el pómulo derecho.

—Muy, pero muy bien —aplaudió Patrick como si lo que estaba viendo fuera el final de la mejor obra dramatúrgica del mundo.

     Robert pensó que estaba loco ¿Cómo iba a aplaudir? pero en lugar de hablar sólo pudo soltar un quejido, no podía siquiera abrir la boca sin sentir dolor, estaba destrozado.

—Ahora —continuó hablando Patrick— te diré lo que en verdad es el primer acto de esta obra, imagina, sólo imagina, que se me desparramaron un poco las páginas, pero que de todos modos sigo ganando.

—No -No entiendo —habló como pudo.

—Sencillo amigo mío, ¿A o B? y te aseguro que soy un hombre de palabra, te diré un poco como es que seguirá esto, tú elegirás el final ¿Qué dices? 

—Habla maldito.

—Muy bien —riendo como ganador, la satisfacción que le producía a Patrick el verlo allí, a su peor enemigo, definitivamente no tenía nombre...

ÁVARO AMORWhere stories live. Discover now