DESPUÉS DEL BESO LA EXTORSIÓN

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      La música que los violinistas reproducían con tanta pasión era simplemente perfecta, el salón estaba vacío, la mesa repleta de velas y el suelo lleno de pétalos de rosas rojas, unos volaban sin llegar nunca al suelo y eran pisados por Robert, quien, vestido de traje negro y camisa blanca avanzaba hacia un ventanal sumamente grande a un lado del lugar, podía observar la luna llena y toda la cuidad, los automóviles se veían pequeñitos desde allí.

     Una mano se posa sobre su hombro, éste la toma, era la de una mujer, voltea y su ritmo cardíaco voltea al ver a aquella bella mujer, con aquel vestido rojo más brillante que antes, con su cabello suelto y esta vez zapatos.

—Mi Robert... —le susurró al oído, la música comenzó a sonar más suave, era la tonada de un vals.

—¿Me acompañas en esta pieza? —preguntó él besando su mano, ella sonrió y asintió.

      La música los guiaba, el perfume de ella era embriagador, la noche era eterna y todo parecía perfecto, hasta que oye un grito a lo lejos, la música se detiene y la bella mujer se aparta de él, Sarah aparece a lo lejos— Robert! Ya va a nacer el bebé! —pero por alguna razón él no podía moverse, de repente la bella mujer ya no estaba más a su lado y Sarah tampoco, los violinistas comenzaron a tocar muy violentamente  hasta salía fuego de ellos.

    La luna se había tornado roja y un humo inundó todo el lugar, cayó de rodillas al suelo y sintió un filo helado sobre su nuca, elevó sólo un poco la cabeza, era el coronel con su sable.

—Te dije que si caía tú vendrías conmigo.

—Y yo le dije que no me subestimara.


—No! —gritó abriendo sus ojos abruptamente, Sarah seguía durmiendo, aún era muy temprano para ella, pero no para él, tenía sólo dos minutos para vestirse y llegar al cuartel para así comenzar su día.

—Wilson tarde! —exclamó el capitán haciéndolo saltar el susto.

—Señor, lo siento, no se volverá a repetir.

—Eso espero Wilson —marchándose.

      Seguía sin comprender nada, desde que se había aliado al coronel y consecuentemente a la mafia, todo había cambiado.

     Recordó lo que le dijo al coronel:

— En la noche te quiero aquí, ni un minuto más ni un minuto menos, te quiero a las doce.

—Parece el cuento de la cenicienta ¿Qué ocurrirá si llego después?... ¿Me convertiré en calabaza?

—Te convertirás en cadáver ¿Te gusta eso? —Robert quedó mudo— y para la próxima apréndete el cuento, se lo leo a mi hija todas las noches antes de dormir y sé que no es así.

     Regresó a la realidad cuando vio a Federico a un costado hablando con otros dos compañeros, se marcharon inmediatamente para buena fortuna de él, se acercó, Federico al verlo intentó huir, pero no pudo.

—¿Cómo se encuentra el mejor estafador del mundo? ¿Te divertiste con mi dinero?

—Robert... ¿Qué dices? me estás difamando, no he tomado un sólo papel de esos para divertirme.

—Como si no te conociera —rió— si te dejaste engañar por mi, amigo mío no me conoces, Robert, sí, fui yo, pero no te tengo miedo, no me oculto, no me importa lo que hagas, yo soy un zorro, que camina sobre el fango y con mi cola voy borrando las huellas, he estafado a todos los de aquel viejo y sucio vecindario, es más... te contaré algo, una semana antes de venirme para la cuidad, mi hermano me presentó a su prometida, Rosa, inmediatamente me enamoré de ella, ella me odiaba, tenía una semana, sólo una semana y no quería de ese asqueroso solo...

—Y me dirás que en una semana la conquistaste... 

—No, el domingo le hablé, el lunes la conquisté y le dije que la amaba, el martes me fugué con ella y nos casamos, el miércoles se molestó conmigo y me echó de la casa, dormí en un parque, el jueves nos reconciliamos y para cuando llegó el domingo, el supuesto día de su boda con mi hermano, ella me dio la noticia que iba a ser padre, el día más feliz de mi vida, mientras mi hermano esperaba y esperaba, dado que Rosa les dijo que iría a visitar a una amiga y que regresaría para la boda.

—No comprendo ¿Qué me quieres decir con esto?

—Que cuando tú fuiste mi querido Robert, yo ya fui y vine mil veces, se podría decir que estoy a un nivel superior que todos los de esta sociedad —sonriendo triunfante.

—Soy más inteligente que tú y esta me las pagarás...

—Claro! —aplaudiendo— tú ve y habla con quién quieras, aunque creo que podría escapar de la prisión, pero, antes de eso iré a tú casa, hablaré con Sarah de como ayer por la noche te besabas con una mujer a la salida de un bar, mientras ella, embarazada espera tú llegada con inocencia.

—¿Y tú? —rió— si tú lo viste estabas ahí y por nada santo, como si no engañaras a Rosa.

—Jamás! —gritó tan fuerte que todos gritaron a verlos— yo estaba durmiendo, lo que hace una persona normal por la noche, pero el seguridad de aquel bar es colega, un hombre como yo, sabio en el arte de la estafa —rió.

—Nunca pensé que serías capaz de esto —desilusionado.

—Quizás es porque nunca me conociste, piénsalo Robert, tú hablas y yo emprendo camino a la verdad, lo que no sé es cómo tomará Sarah todo esto.

    Se fue de allí silbando mientras que Robert se arrepentía una y mil veces de lo que había hecho, pero no, había soñado con ella y ese fue el mejor instante de su vida, aunque después todo se pusiera oscura.

   Se lamentaba que alguien lo hubiera visto, pero eso sería todo, él ya no regresaría a aquel sitio cercano al bar, ya no la volvería a ver y poco a poco ese sentimiento por ella se iría yendo, todo sería como antes.

ÁVARO AMORWhere stories live. Discover now