DISTINTAS MIRADAS

2 0 0
                                    


     Ya no podía más de tanto llorar, la Sarah alegre había muerto, o eso creía, al menos necesitaba verlo y verificar que eso no fuera cierto, que él le de una explicación, esa famosa explicación que no sabes si es buena o mala, si es mejor oírla o comenzar a padecer de sordera.

      Había pensado en fingir que no sabía nada y que todo siguiera igual con el rumbo de sus cosas, que nada los afectase, poco a poco comenzaba a arrepentirse de haberse casado sin amor, ninguno de los dos se amaba, ella sabía que su corazón siempre pertenecería a Federico, pero su amiga estaba en su lugar, ella vivía la vida que a Sarah siempre le hubiera gustado tener.

     Su hijo había pateado por primera vez y se encontró sola, con una opresión en el pecho, con esas ganas de querer compartirlo con alguien y se encontró sola.

     Recordó cuando era niña, su padre le había sido infiel a su madre, ella lo sabía, oía a su madre todas las noches llorar por eso, pero no se lo había dicho a nadie, nadie se había enterado más que Sarah, e incluso hasta el día de hoy su padre cree que ella no lo descubrió, en el fondo quería hacer eso para evitar problemas, aunque lo veía como un acto cobarde, de niña, al ver a su madre así se había dicho a sí misma que nunca dejaría que le sucediese lo mismo a ella, pero, al ver como estaban las cosas sentía el impulso de hacerlo, pero no podía, Rosa lo sabía!, esa era la falla de su plan, los vecinos probablemente ya lo sabían y Federico!, de tan sólo pensar qué pensaría él de ella, quizás sentiría pena ajena, todo sería un caos.

     Quizás Federico al enterarse, estaría dispuesto a dejar a su esposa para irse con ella, Pero qué decía! todo esto ya la estaba haciendo delirar.

     Debía enfrentar la realidad, pero ¿Cómo? ¿Cómo hacerlo? ya se había imaginado una vida entera a su lado, no podía echar a perder todo eso... Pero Rosa lo sabía!... Rosa! ese era el problema.


      Robert por otra parte estaba sumamente emocionado, necesitaba verla, nunca había sentido eso, necesidad de ver a alguien, era como si el aire para respirar se lo proporcionara Julieta y sin Julieta ya no había más vida para él.

      Recordó algo, algo que no sabía, cómo no lo había notado antes, ella tenía roto el labio, se veía más inflamado que la otra vez, esa pequeña línea fina de sangre, la unión de la lastimadura, necesitaba verla de nuevo, preguntarle si aquel maldito sujeto era el causante de eso, de haber herido a su amor.

—Mi bella rosa blanca, cuánto sufrirás por él —dijo en voz alta...

—¿Qué rosa blanca? ¿De qué Rosa estás hablando? Habla Robert! —gritó Federico sujetándolo de la chaqueta.

—Qué te sucede! —soltándose.

—Robert no juegues con mi paciencia, No te metas con mi Rosa!

—No hablo de tú mujer! El mundo no gira en dirección a tú Rosa! 

      Federico se quedó callado mirándolo, luego preguntó con mucha calma: 

—Entonces... ¿Quién es la susodicha? 

—Julieta... —sin pensar.

—Con que Julieta se llama —rascando su barbilla— interesante... interesante.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Nada, sólo me da curiosidad como es la vida, ahora estás tan feliz y cuando llegues a tú casa... 

—¿Cuándo llegue? ¿A mi casa? 

—Olvídalo, no he dormido bien... —yéndose.


     Patrick estaba más que molesto, había esperado demasiado para poder ganarse el corazón dela mujer a la que amaba, pero ésta murió 'Accidentalmente' amando a otro hombre, ahora, aquel hombre, quién además era su amigo y socio, le había dado la oportunidad de casarse con su hija, la que era idéntica al gran amor de su vida, era su perfecta imagen y semejanza, pero ella no lo amaba, no lo quería tener cerca, e incluso prefería vagar por las calles todas las noches con tal de no pasar una noche junto a él.

     Ahora la veía muy feliz, tarareaba canciones e incluso se arreglaba más, la idea de un amante era lo que hacía colisión en su cabeza, ¿Podría Julieta tener un amor fuera de la casa? ella lo amaba a él, ella debía amarlo a él, o eso era al menos lo que quería creer todas las noches que ella no llegaba a dormir.

     

     Sabía algo, si sus sospechas eran ciertas y en verdad su amada Julieta tenía un amante,  aquel hombre debía de ser lo suficientemente valiente para saber que donde se estaba metiendo no habría salida, que nunca es buena idea provocar al jefe de la mafia y mucho menos que esto llegase a oídos del gran jefe —el padre de Julieta.

      No quería alterarse, no era buena idea el comenzar a sacar conclusiones apresuradas, eso nunca iría por buen camino, había tenido las manos manchadas con mucha sangre ya, por lo que el matar a alguien más no le sería un problema.

—Lugi —llamó a uno de sus hombres muy molesto

—Diga señor.

—Tú, Cobra y Coray comenzarán a seguir a mi esposa, quiero detalles y que me traigan toda la información que puedan, que maten a quien tengan que matar Andando! —gritó, Lugi asintió y salió de allí.

  

     Julieta sentía que flotaba en el aire, estaba muy emocionada por verlo, por ver al hombre que se había robado su corazón, ya sin secretos, ya sin nada que ocultar, ambos habían aclarado lo que sentían, su amor —a los ojos de Julieta— era mágico.

     


ÁVARO AMORWhere stories live. Discover now