(XII) Velada

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La noche caía en el lejano Oriente y los rayos del sol tocaban con sus últimos suspiros la cima de las montañas más altas. Pero la oscuridad no duró mucho en la ciudad de Gongmen. Casi de inmediato, miles de farolillos, velas y candelabros fueron encendidos a la vez por los residentes de la ciudad, haciendo de la vista nocturna de la urbe todo un espectáculo.

Tigresa y Tai Lung permanecieron inamovibles durante minutos que a ninguno les pareció lo suficientemente largos, pero fue imposible contenerse ante la luz que se alzaba a sus espaldas. Al darse vuelta, los dos felinos pudieron apreciar tan hermosa vista de la ciudad, con los grandes edificios revestidos de un cálido color naranja producto a las miles de pequeñas llamas. A todo eso, sumado a los cientos de ciudadanos que habían dejado sus labores, y comenzaban a disfrutar de la vida nocturna de Gongmen.

El puerto estaba prácticamente vacío, con excepción de algunos marineros que caminaban por los espigones de vez en cuando, o algún capitán cascarrabias que permanecía sobre su barco. Sin embargo, las calles más cercanas a la zona portuaria, rebosaban de vida con sus cientos de puestos comerciales donde los ciudadanos compraban desde los alimentos más básicos hasta finos artículos de moda.

Tigresa: - Wao. ¿Qué está ocurriendo? ¿Acaso es un festival? -

Tai Lung: - ¿Qué? No. Nada de eso. Es la rutina de Gongmen cada noche. En los festivales la ciudad se convierte en todo un espectáculo. ¿No lo sabías? -

Tigresa: - No. Nunca pude ver esta parte de la ciudad de noche. Siempre estaba ocupada en otras cosas. -

Aunque Tigresa aún mostraba cierta tristeza en su rostro, Tai Lung pudo percatarse que la felina sentía mucha curiosidad. Habían sido días muy duros, y de seguro una noche de distracción la ayudaría un poco. Sin que Tigresa se diera cuenta, Tai Lung metió la mano derecha en el bolsillo de su pantalón y revisó las pocas monedas que le quedaban. "Unas seis monedas de cobre. No es mucho... Pero al menos es algo." Pensó el leopardo.

Tai Lung se puso de pie, dejando a su compañera completamente extrañada. El leopardo se levantó su capucha para ocultar su rostro y Tigresa inmediatamente comenzó a mirar hacia todos lados. La maestra pensaba que los bandidos los habían encontrado y Tai Lung se había percatado. Comenzaba a cerrar su puño para estar lista para la acción, pero antes de poder reaccionar, Tai Lung se dió la vuelta y le extendió una mano invitándola a seguirlo.

Tigresa quedó en shock. En menos de un segundo todos sus sentidos se pusieron en alerta ante la posibilidad de peligro inminente. Pero al ver la cara sonriente y el gesto de Tai Lung, su cuerpo experimentó una rápida descompresión. Tanta fue la tensión, que Tigresa necesitó al menos dos segundos para reaccionar, dejando al leopardo de las nieves un poco preocupado.

Tai Lung: - ¿Estás bien? -

Tigresa: - Si. Si. Lo estoy. Un poco atolondrada. Eso es todo. -

Tai Lung: - Ven. Para que conozcas las mejores partes de Gongmen. -

Tigresa no pudo hacer más que sonreír y aceptar la propuesta. Ciertamente estaba preocupada, pero tanto estrés en su cabeza la había dejado en un estado en el cuál le costaba tomar decisiones con claridad; una especie de agotamiento emocional extremo. Tigresa se puso de pie, se sacudió un poco el polvo y miró la mano de Tai Lung aún con dudas. "¿Acaso estaba bien darse el lujo de divertirse en esos momentos?" Ella se preguntó.

Sin darle tiempo a hacerse más preguntas, Tai Lung la tomó de la mano y la condujo a la calle colindante al puerto de Gongmen. Tigresa lograba seguirle el paso, pero apenas podía entender lo que estaba sucediendo mientras era "arrastrada" por el leopardo de las nieves. No fue hasta que la fuerte luz que regía sobre las calles cegó su vista y la hizo entrar en razón.

Kung Fu Panda Fanfic - La Sombra de la Ciudad de GongmenWhere stories live. Discover now