(XXXII) - Hasta que la Muerte nos Separe

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Po: - ¿¡Qué fue eso!? -

Hong: - Vino del interior del palacio. -

Sun Ce: - Esto no es nada bueno

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Sun Ce: - Esto no es nada bueno. -

Hong: - ¡Mirad! Las puertas de las murallas de la ciudad se están abriendo. -

Po: - Esa es Víbora. -

Sun Ce: - ¡Es la hora muchachos! ¡A la carga! -

El grupo de miembros de la Guardia Imperial y la Guarda de Jade cargó de frente, hacia los soldados desorientados que no sabían que era peor, si la explosión a sus espaldas, o las puertas de las murallas que se abrían sin ningún motivo. Todo sucedió tan rápido, que los que más cerca estaban de la entrada no pudieron ni siquiera darse vuelta antes que sus oponentes los derribaran de la embestida. 

Po: - ¡Usad armas contundentes! ¡Ellos no son nuestros enemigos! -

Guardia de Jade y Guardia Imperial: - ¡Si! -

La voz de Po se alzó entre la refriega, quién con sus meros puños lanzaba a los soldados fuertemente blindados por los cielos. Sus golpes eran potentes cómo una bala de cañón, pero no eran mortales. Sun Ce y su seguidores dejaron las alabardas atrás, y en cambio, blandían enormes martillos de guerra, tan grandes como algunos de los soldados a quienes se enfrentaban, simple cuidándose de no propiciar ningún golpe fatal a sus oponentes. Finalmente, Hong y los miembros de la Guardia de Jade usaban sus clásicos bastones antidisturbios, procurando no enfrentarse a los soldados más corpulentos, los cuales dejaban a mano de los imponentes rinocerontes. 

Si la situación de los soldados ya era bastantes precaria y la confusión reinaba entre las filas, mucho peor se tornó a ver a Po, "El Guerrero Dragón," batallando contra sus compañeros. Como el guardián de la paz, la simple presencia de Po debería significar que todo debía volver a su orden natural, no crear más caos. Los soldados, quienes conocían perfectamente de sus hazañas y habilidades, dudaron en muchas ocasiones si enfrentar a estos misteriosos oponentes o no. Y para empeorar su confusión, a su lado estaba Sun Ce, el capitán de la Guardia Imperial, y Hong, el antiguo sargento de la Guardia de Jade. "¿Qué demonios estaba pasando?" Se preguntaban una y otra vez. 

La refriega, ya en el interior de la ciudad y alejados de las puertas, continuaba a un ritmo constante por parte de Po y sus seguidores. Habían logrado que los soldados retrocediera hasta más allá de los barrios bajos, y su avance parecía no tener freno. 

Hong: - ¿Dónde están los maestro Víbora y Grulla? ¿No debían de haber regresado? -

Po: - No lo se. Algo malo debió haber pasado. Tenemos que llegar al Palacio Imperial antes que sea demasiado tarde. -

Entonces, un fuerte voz resonó tras las filas de los soldados. Una voz que frenó en seco el avance de Po y su grupo.

????: - ¡Soldados! - Como un trueno, las palabras recorrieron el campo de batalla. - ¡No dudéis! ¡No vaciléis! ¡No importa quién sea su oponente, debéis luchar! ¡Luchar por la justicia y la paz de toda China! -

Kung Fu Panda Fanfic - La Sombra de la Ciudad de GongmenWhere stories live. Discover now