(XIX) Entre la Espada y la Pared.

134 16 5
                                    

La densa cortina de humo apenas dejaba ver a más de dos metros a la redonda. Tigresa tenía que poner mucha atención a donde pisaba para no tropezar o apoyar sus pies sobre algún pedazo de madera astillada. Aún así, estaba tan afligida que debía luchar con todo su ser para no derramar muchas lágrimas.

El simple hecho de recordar todas esas voces dentro de la caverna haciendo eco en su cabeza parecía que la iba a volver loca. Se suponía el plan no iba a terminar así. Se suponía que quemarían la droga y todos allá adentro huirían despavoridos. Pero jamás pensó que Tai Lung pudiera hacer una cosa así, y que por su culpa, docenas de individuos había muertos enterrados vivos bajo las piedras. Pero poco tiempo tuvo Tigresa para pensar en lo que había sucedido. Pues cuando logró atravesar la cortina de humo, a sus ojos se le reveló un escenario desgarrador.

Gran parte de los barrios bajos se desplomaron bajo la tierra cuando la mina colapsó. El pitido constante había cesado de las orejas de la maestra, y ahora podía escuchar con claridad los gritos de lamentos de los ciudadanos que habían perdido sus hogares o algún familiar querido bajo los escombros.

Tigresa se encontraba sobre la calle principal, viendo cómo los ciudadanos corrían de un lado a otro tratando de salvar las pocas cosas que tenían o huyendo de socavones más pequeños que ocasionalmente ocurrían en las cercanías. Tigresa estaba en shock, mirando con terror las ruinas de la ciudad. Y así se mantuvo por varios segundos, hasta que un fuerte grito la sacó de su estado.

????: - ¡Mi bebé! ¡mi bebé! - Gritaba desesperadamente una voz femenina.

Tigresa se apresuró para encontrar la fuente de los gritos, cuando pudo divisar a una conejo tratando de sujetar un pedazo de pared de madera intentando agarrar a su hijo que yacía en una cuna en el interior de lo que antes fue su casa. Tigresa se apresuró y de un potente golpe, hizo pedazos los escombros que caían, tomando a la pequeña madre y a su cría en sus manos, dejándolos en la seguridad de la calle, lejos del resto de los escombros.

Coneja: - Gracias... Muchas gracias. - Decía con un desgarrador llanto mientras abrazaba a su pequeño.

Tigresa: - No es seguro quedarse aquí. Huid a la zona del puerto. -

Tigresa se dió la vuelta sin decir más palabras, escuchando cientos de voces que clamaban por ayuda. A pesar de tener la pierna lastimada, aplacó su dolor para ayudar a tantos ciudadanos cómo pudiera. Pasaron varios minutos, y la maestra había sacado de los escombros a más de dos docenas de afectados, guiándolos hacia la seguridad de las zonas altas de la ciudad. Cuando de repente:

????: - ¡ALTO! - Una fuerte voz se hizo escuchar frente a la caravana de afectados.

Tigresa se apresuró al frente del grupo, y quedó impactada cuando vió un cordón hecho por la Guardia de Jade, impidiendo el paso de los ciudadanos a esa zona de la ciudad.

Guardia 1: - ¡No tienen permitido pasar a esta zona de la ciudad! -

Ciudadano 1: - ¿¡Estás demente!? El suelo se está hundiendo.

Ciudadano 2: - ¡Si nos dejan aquí vamos a morir! -

Ciudadano 3: - Ayúdennos. Por favor. -

Los gritos de desesperación y miedo de la gran masa de afectados podría desgarrar el corazón de cualquiera. Aún así, los miembros de la guardia de Jade permanecían inmóviles sin permitirles el paso a nadie. Tigresa se apresuró para llegar al frente de grupo, donde se encontró cientos de rostros asustados y con desesperación, tanto de los civiles como de los miembros de la guardia.

Tigresa: - ¿¡Qué significa esto!? -

Guardia 1: - Nadie tiene permitido pasar a esta zona de la ciudad. - Al parecer, ninguno de los soldados sabía con quien estaba hablando, puesto que Tigresa estaba cubierta de una capa de polvo y sus estropeadas prendas estaba cubiertas de un tono negro.

Kung Fu Panda Fanfic - La Sombra de la Ciudad de GongmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora