(XV) Exequias

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Tai Lung: - ¿Eso significa entonces que ya se han expandido por toda la ciudad? -

Tigresa: - No sabría decirlo. Pero suponiendo el peor de los casos, es muy posible. Regresemos... Esto cambia muchas cosas. - Tigresa dió los primeros pasos hacia la salida enajenada en sus pensamientos, pero tuvo que detenerse, pues era el leopardo quién debía guiar el camino.

Tai Lung: - ¿Qué se supone que debamos hacer? -

Tigresa: - No lo sé aún. Pero primero debemos buscar algún mapa o algo que describa estas antiguas minas. No quiero estar más a ciegas allá adentro. -

Los dos felinos se retiraron del lugar rumbo a la entrada de la casa abandonada en los barrios bajos, sin percatarse que tres pares de ojos los observaban desde las sombras.

????: - Eso supondrá un problema. -

????: - ¿Qué deberíamos hacer? -

????: - Avisad a todos. - Quien quiera que fuese, dijo con una grave voz tras una pequeña pausa. - Corred la voz y que estén listos. No falta mucho para la refriega. -

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Finalmente, Tai Lung y Tigresa fueron capaces de regresar al exterior sin muchos problemas.

Tai Lung: - No falta mucho para que amanezca. - Dijo mirando el horizonte.

Tigresa: - Debo regresar al palacio. Buscaré entre los registros más viejos. Con suerte habrá algo, algún escrito o lo que sea que nos pueda dar una pista sobre esos túneles. Mientras tanto... Tú puedes... - Trató de pensar en algo, pero realmente no se le ocurría nada.

Tai Lung: - Qué poca estima me tienes, querida. - Dijo con tono burlesco.

Tigresa: - No... No es eso... Es solo que no... -

Tai Lung: - Tranquila. Creo saber quién podría saber algo al respecto. Preguntar no estaría de más. Ahora ve. Antes que empiecen a sospechar. Y... - Rió levemente. - Intenta hacer algo con esas ropas. -

Cuando Tigresa se vió a sí misma no podía creerlo. Sus prendas blancas estaban completamente manchadas de restos de carbón, así cómo sus zapatos y guantes.

Tigresa: - A Fang Yin no le hará mucha gracia esto. -

Tras un par de risas, los dos se despidieron y se apresuraron para regresar a sus respectivos hogares. Tigresa corrió con todas sus fuerzas, y cuando por fin llegó a los barrios altos, usó los tejados para evitar que cualquier ojo curioso la viese merodeando a esas horas. Cuando llegó al palacio, no le resultó difícil infiltrarse sin ser detectada. Con sus habilidades, trepar por los muros de piedra y llegar a su habitación sin ser detectada era un juego de niños. Finalmente, se quitó las prendas manchadas de carbón y las escondió en un rincón de su escaparate. Con suerte nadie las encontraría, pues tenía demasiado sueño, así que prefirió acostarse y descansar al menos un par de horas.

Apenas salió el sol por el horizonte, un fuerte gong marcó el inicio del nuevo día, pero no para Tigresa. Cómo era tradición en el palacio, al menos cuatro sirvientes esperaban a la maestra tras las puertas de su habitación, para actualizarle las noticias del día, así cómo los nuevos papeles y documentos que debía revisar. Sin embargo, los sirvientes ya sabían que Tigresa solía levantarse tarde, dado que pasaba casi toda la noche "trabajando en su oficina," así que tras pocos minutos simplemente se retiraban sin decir una palabra hasta que la maestra se despertase. Pero ese día no sería cómo los otros.

Apenas había pasado una hora desde que el gong marcó el inicio del día, cuando uno de los sirvientes llamaba a la puerta de Tigresa con fuerza.

Sirviente: - ¡Maestra Tigresa! ¡Maestra Tigresa! - Gritaba mientras golpeaba la puerta de su habitación.

Kung Fu Panda Fanfic - La Sombra de la Ciudad de GongmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora