(XXXV) - Epílogo

195 20 2
                                    

"Los años pasan, y las cicatrices se curan. Llenamos las heridas con las pocas migas que tenemos en la vida, y buscamos consuelo en las pequeñas cosas que nos animas, que nos alientan... Que nos ayudan a seguir adelante. El dolor no desaparece. Nunca lo hace. Pero si ese dolor pudo dejarnos algo bueno... Algo... que halla valido la pena... Entonces ese dolor se convierte en algo útil."

El sol comenzaba a decaer por el horizonte, y la ciudad de Gongmen se teñía de un tono anaranjado cual pétalos de Trompetas Trepadoras. Cinco largos años habían pasado desde la caída de Lee, y con él, las últimas impurezas que drenaban la vida de la ciudad. En esos cinco años, la ciudad vio un auge como nunca antes, y vivió en una verdadera paz. Los recursos se distribuyeron a partes iguales, e incluso los más pobres de los barrios bajos pudieron disfrutar de la vida y del producto de su trabajo. Algo que antes parecía simplemente un sueño. 

Y en esa precisa tarde, Tigresa se encontraba caminando por un gran jardín al interior del palacio, donde un tranquilo estante calmaba los nervios. Un estante sobre el cual se alzaba una modesta estatua de Tai Lung; un recuerdo... y un tributo. Un pequeño lugar donde la maestra solía ir a despejar la mente, a recordar el pasado, y a revivir bueno y malos momentos.

Hong: - Emperatriz. Los preparativos para su viaje están finalizados. -

Tigresa: - Realmente sigo sin acostumbrarme a ese apodo. -

Sun Quan: - No es un apodo. Es un reconocimiento. -

Sun Ce: - Supongo que simplemente no va a juego contigo. -

Tigresa: - Estoy de acuerdo. -

Sun Quan: - No estas ayudando mucho, hermanito. -

Tal cómo dijo, al ser el último y único miembro sobreviviente del Consejo de Maestros, a Tigresa se le otorgó el título de emperatriz, aunque sólo era una formalidad. Ella, junto al canino y los hermanos rinocerontes, gobernaban Gongmen y velaron por su seguridad y prosperidad. Delegando sus antiguos cargos para cumplir con sus funciones gubernamentales. 

Tigresa: - Bueno. Supongo que tendrán que lidiar unos días sin mi. - Decía mientras se dirigía al interior del palacio.

Sun Quan: - No se preocupe. Estaremos a la altura de sus expectativas. -

Sun Ce: - No tienes que ser tan rígido hombre. Después de cinco años deberías haber cambiado un poco. -

Sun Quan: - Protocolos. Querido hermano. Espero que algún día lo entiendas. -

Sun Ce: - Si... si... si. Lo que tu digas. -

Hong y Tigresa no podían hacer más que reírse del peculiar par, que a pesar de su imponente tamaño, a veces actuaban como niños pequeños. Y hablando de niños pequeños. 

????: - Mami. Mami. Ya estoy lista. - Decía un dulce voz infantil. 

Los cuatro se dieron la vuelta, para ver a una pequeña tigresa de pelaje blanco con rayas negras, acompañado con unos grandes y brillantes ojos azules. Vestía un adorable kimono naranja y una pequeña flor de loto sobre su oreja izquierda. La pequeña se acercó al grupo, y Tigresa la cargó en sus manos con delicadeza. 

Tigresa: - Mi pequeña Lixue. Lista para el largo viaje. -

Lixua: - Si mami. Ya empaqué todas mis cosas. -

Tigresa: - Que buena niña. -

Lixue: - Mami. ¿Y a dónde vamos? -

Tigresa: - Vamos a ir a ver a unos viejos amigos. Vamos al Palacio de Jade. -


---Fin---

Bueno... Con esto termina este fanfic spin-off de mi otro fanfic (Que loco suena). Recordarles no olvidar dejarme cualquier comentario o duda que tengan sobre el contenido. Espero que les haya gustado mucho y me apoyen con esas estrellas si realmente les gustó la lectura. Recordarle que este es un spin-off de mi otro fanfic de Kung Fu Panda - Pandas Intercambiados y si quieren leer más de esta versión de la historia podrán encontrar allí. 

Kung Fu Panda Fanfic - La Sombra de la Ciudad de GongmenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora