(XXI) La Guarida de la Bestia.

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Tigresa no perdió el tiempo. Si iba a destruir a los moradores lo haría de una vez por todo. Se puso un abrigo oscuro y salió de su oficina a través de la ventana que daba al patio trasero del Palacio Imperial. Poco le importó la herida que tenía sobre su pierna que, aunque hubiese sido atendida correctamente, molestaba bastante al rosa con sus prendas.

Abandonar el palacio sin ser vista era tarea fácil. Lo había hecho tantas veces a esas horas de la noche que conocía a la perfección las rutinas de los guardias y sus zonas de patrullaje. Saltó sobre los inmensos muros y desapareció entre los callejones de Gongmen sin dejar rastro en la fría noche invernal.

En poco minutos alcanzó el techo de uno de los tejados que quedaba de frente al Cuartel de la Guardia de Jade, y desde las alturas intentaba buscar un punto de acceso. Se abrigo negro se mimetizaba con la noche, y la bufanda negra que portaba ondulaba con la fría briza de invierno. Si alguien fuese tan afortunado de verla desde la calle, podría ver su silueta perfectamente definida con la enorme luna llena de fondo. Y sin duda, hubiera pensado que se trataba de un espectro que vagaba por las calles de Gongmen.

A pesar del frío extremo, un firme guardia permanecía alerta en la entrada del cuartel con una antorcha sobre su mano derecha, así que usar la puerta principal no era una opción. El techo no tenía aberturas, y la chimenea era demasiado pequeña para alguien como ella. Tal vez Víbora o Mantis pudieran deslizarse al interior, pero desafortunadamente ninguno de los dos estaba presente.

Sin más opciones, tuvo que escalar por las paredes usando sus afiladas garras e inspeccionar las ventanas una por una, con la esperanza que al menos una estuviese abierta. Pero no tuvo tanta suerte. Primero intentó usar la ventana de la oficina del capitán Chao, dado que era muy poco probable que este estuviese en ese aún allí, pero su ventana estaba bien cerrada desde el interior. Tigresa podría romperla de un simple golpe, pero esta era una misión de sigilo.

Inspeccionó muchas otras ventanas pero sin éxito, hasta que pudo ver un rayo de esperanza. Al comprobar una de las ventanas, ésta se sacudió un poco, dando a entender que no tenía seguro o estaba dañado. Tras agitarla levemente un par de veces, el seguro defectuoso cedió, y la fuerte brisa la abrió de golpe. Afortunadamente Tigresa fue lo suficientemente rápida como para evitar que las persianas golpearan algo, teniendo que saltar al interior sin siquiera saber si era seguro o no entrar.

Cuando por fin estuvo dentro y pudo cerrar las persianas, se dió la vuelta para descubrir que estaba en una situación muy complicada. Sin saberlo, se había escabullido en los barracones, donde al menos una docena de guardias dormían profundamente ignorando la presencia de la maestra.

Para su suerte, la habitación estaba ligeramente iluminada por la pequeña flama de una lámpara de aceite que le permitía ver el desorden que invadía el piso de la habitación. Las botas de los guardias y sus bastones estaban por todos lados, más otras prendas y objetos personales. "Sería una tediosa tarea organizar todo eso" Tigresa pensó.

Dando pequeños pasos logró avanzar hacia la puerta de la habitación tratando de evitar pisar ningún objeto sobre el piso. Fue una tarea bastante estresante, pero un fuerte escalofrío recorrió su cuerpo cuando sintió algo que se aferraba a su cola.

Asustada, se dió la vuelta, sólo para ver cómo uno de los guardias había agarrado su cola aún con sueño, y la presionaba contra su pecho cómo si se tratase de un muñeco de peluche de esos que usan los niños para dormir. Tigresa no podía creer su mala suerte, e intentó liberar su cola del agarre del guardia. Sin importar que tanto se concentrase la maestra, fue imposible evitar que sus pelos rozaran la nariz del guardia, quién parecía comenzar a despertarse una vez que Tigresa logró librar su cola de su agarre.

Kung Fu Panda Fanfic - La Sombra de la Ciudad de GongmenTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang