8- Segunda, tercera y varias veces...

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—Natasha

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—Natasha.

No tenía palabras para describir lo que acaba de pasar.

Aun con el corazón acelerado, la respiración rozando lo mortal y el cuerpo manchado de sudor, con olor a sexo y las puntas de los dedos de los pies con un hormigueo constante; aun con el cuerpo encendido por las llamas de su pasión, no tenía palabras para describir lo que ha acaba de pasar.

Nunca habia sentido algo parecido.

Una saciedad y unas ansias tan enormes a la vez.

Es como si esa parte de mí que siempre ha querido llenarse constantemente ha quedado completamente colmada, pero una nueva ansia se ha despertados, más destructoras que las anteriores.

¿Qué ha sido eso?

¿Por qué he sentido un placer tan destructor con un virgen?

Me justifico rápidamente pensando que al ser una nueva experiencia por ello impera aquella emoción caliente en mis extrañas.

Si, definitivamente.

Todo se debe a que he tenido una nueva experiencia con un virgen y con uno que definitivamente me ha mentido.

—¿Estás seguro que nunca lo habías hecho esto antes? — pregunto apartando la mirada del techo blanco que he estado mirando por minutos, mientras mi respiración y cuerpo se recomponen.

He tenido tantos orgasmos esta noche que siento que podría caer noqueada en cualquier momento, es la primera vez que me pasa, nunca me siento soñolienta luego del sexo. Solía estar muy alerta, pues me apartaba rápidamente del cliente, me colocaba de pie, me vestía y me iba, pero ahora mismo estoy muy cómoda en esta cama junto a su cuerpo caliente.

Mi mirada recae una vez más sobre él.

Su cuerpo está en la misma posición que el mío, de espalda al colchón, mirando al techo. Su rostro esta sonrojado, pero de una buena manera, su cabello esta mojado y rizado pegado a su frente. Su pecho anda ligeramente acelerado mientras trata de respirar por sus labios separados y me contengo para no echar una mirada a su cuerpo desnudo, en cambio me concentro en sus ojos que van a los míos, con un brillo especial que lo hace lucir mucho más adulto y seguro.

—Nunca, al menos no conscientemente — espeta con una sonrisa pequeña en los labios hinchados y no puedo evitar recordar cómo se veían sobre mi coño. Un tirón se siente sobre mis pezones y corre a mi entrepierna.

¿Qué me pasa?

¡Por Dios creo que estoy enferma o algo así!

—Pues naciste con un talento innato para esto, las futuras chicas te perseguirán — musite y él rompe a reír con aquella decadente ronquera que podría competir con cualquier melodía erótica.

—No lo creo.

—¿Por qué no?

—Porque no soy de muchas chicas, soy solo de tener una a la vez.

Habitación 159 [#1 Los Wellington] COMPLETA ✔Where stories live. Discover now