Habitación 159 [#1 Los Wellington] COMPLETA ✔

19- La mirada del diablo

—Jacob.

Tomo otro trago de mi vaso se cristal lleno de ron blanco y hielo. El líquido baja tan rápido que ni quema, aunque ya estaba prácticamente acostumbrado a su escozor, era el octavo vaso de la noche y no el ultimo.

Por lo general no tomaba mis bebidas con hielo, pero ahora mismo el calor era tan sofocante, que mi camisa de lino azul, estaba pegada a mi pecho y mis brazos, con los puños arremangados hasta mis codos. Podía notar como cada 3 segundos los mismos mechones rebeldes de mi cabello caían sobre mi frente marcada con gotitas de sudor, pegándose en el lugar, teniendo que usar mis dedos constantemente para apartarlo y estaba seguro que el resto de mi cabello era un caos. Al menos ahora no estaba tan largo como hace un mes atrás, por fin habia conseguido una barbería de confianza.

Tomo otro trago, el frio del hielo se siente solo en mi lengua, porque el trago cuando cae en mi estomago es caliente, una gota resbala por la comisura de mis labios y lo lamo con lentitud, mientras mi mirada se desliza una vez más por las piernas de la chica del otro lado de la habitación, misma que me regresa la mirada con evidente coquetería y extiende la sonrisa con más amplitud.

Le regalo una sonrisa ladeada y peino las hebras salvajes hacia atrás. Ella sigue mis movimientos, para seguido recorrer todo mi cuerpo con la misma intensidad.

—Llevan media hora comiéndose con la mirada, ya acércate hombre — grita Jack por sobre la música, mientras una morena super alta, podría jurar que más que él, le comía todo el cuello, mientras él apretaba su cintura contra él.

—Tranquilo, ella va a venir a mi— dije apartando la mirada de la chica y llevándola a un par de mesas más allá de la nuestra, donde ya no eran altas y sin asientos como la que ocupábamos Jack y yo. Si no que eran más bajas, en cristal y con muebles rojos rodeándola. Era una zona más exclusiva y en ella se veían una cantidad de personas con edades más mayores que la mía y la de Jack.

Hombres de negocios en traje y sus mujeres. Muy aburrido para nuestro gusto. Por ello habíamos quedado cerca de la pista de baile, más cerca de la gente de nuestra edad que habia tomado la noche para disfrutar.

En dicha mesa se posaban 3 personas en específico.

Jeff con rostro de pocos amigos, con los brazos cruzados y lanzándome dagas de furia con la mirada, mientras en la mesa, frente a él se posaba un vaso atestado de coca-cola con hielo con los hielos derretidos. Estaba seguro que si un guardia de seguridad lo viera ahora misma enfurruñado como estaba, se daría cuenta de que se confundió de edad al dejarlo entrar, que tenia 18 y no 21. Le regla una sonrisa burlo, que él respondió con un dedo medio en alto.

Mi mirada corrió a la persona junto a él y mi mirada no pudo evitar recorrerla con la mirada por decima vez en la misma noche, desde que la vi llegar hace más o menos una hora junto a mis hermanos.