ch. 012

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐓𝐖𝐄𝐋𝐕𝐄







Sus emociones eran un torbellino que lo dejó confundido, los ojos de Maegelle lo observaban y pensó que tal vez, el vino se encontraba haciendo efecto; y no deseaba tomar provecho de algo así.

Pero antes de que siquiera fuera capaz de pensar razonablemente, los labios de Maegelle chocaron contra los de él y la sensación fue tan plena que le hizo imposible separarse de ella, la coherencia que lo caracterizaba abandonó su sistema y se vió envuelto en esta nube que ascendía entre la lujuria y la satisfacción de por fin tener una pequeña pizca de alguien a quien había añorado casi con desesperación por tantos años. Los labios regordetes de ella eran suaves y esponjosos, aún con él continuando los movimientos, ella tomó dominio de la situación rápidamente, haciéndose paso entre sus labios, sus lenguas se sumieron en una guerra por el control.

Las manos de Mae descendieron del cuello del príncipe, bajándolas por sus hombros hasta sus brazos, su caricia quemaba, él colocó sus manos sobre la cintura delgada de la princesa, la sujetó con fuerza y lentamente, sus pies se movieron hacia atrás; la espalda de ella chocó contra la pared más cercana. El sonido de los gemidos desapareció, no oían nada más que a ellos y las sensaciones que se provocan.

Ambos sintieron que sus huesos ardían contra su piel; como si sus almas se hubieran vuelto a encontrar tras tanto tiempo buscándose, como si cada parte que hubiera estado muerta en algún momento, hubieran renacido nuevamente.

Fue inevitable detenerse allí mismo, era imposible que sus cuerpos respondieran a las órdenes de sus mentes ─y tampoco es que estuvieran ordenando algo; parecían tan absortas en el momento como sus cuerpos.

De algún modo, se adentraron en una habitación lo suficientemente privada como para alejarse del ojo de los demás, las manos de Rhaegar quitaron el gorro que Maegelle llevaba, haciendo que su cabello platino sea revelado; los labios del príncipe se separaron de ella, bajando hacia la parte libre de su cuello, en donde dejó un recorrido de suaves y cortos besos hasta alcanzar su clavícula, siendo ligeramente cubierta por aquella molesta prenda gris.

La princesa se sintió extasiada ante la manera húmeda en que los besos de Rhaegar se quedaban impregnados contra su piel, la sensación no se desvanecía fácilmente y solo incrementan su deseo por continuar explorando aquellas sensaciones tan pintorescas. Se sintió como si estuviera atravesando el firmamento despejado, con el viento y las aves acompañando, fue el tipo de sensación que siempre imaginó que él la haría sentir.

Las manos de Rhaegar recorrieron el cuerpo de Maegelle, sus manos pronto se encontraron por debajo de esa blusa y acarició su piel siendo lo más suave y amable posible; sus labios se volvieron a juntar, esta vez, se sintió mucho más familiar y cómodo; con más seguridad, sus lenguas continuaron batallando. Ahora ella se tomaba su tiempo para explorar el cuerpo del príncipe, deslizó sus manos hacia el comienzo de su camisa blanca y la levantó, obligándolos a separarse para que pueda quitársela, revelando su desnudo abdomen ─que la hizo carraspear─ y luego su pecho. Al subir su mirada hacia él, esos ojos violetas tan encantadores lo observaban con una ternura mezclada con deseo.

call of silence.       robert's rebellionWhere stories live. Discover now