ch. 022

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CHAPTER TWENTY-TWO

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CHAPTER TWENTY-TWO















Robert acompañó a Maegelle en cada momento, intentó hacerle saber que estaba ahí para ella y que la acompañaba en su dolor, aún si su relación con Rhaegar nunca fue la mejor.

La joven observó el cuerpo de su hermano volverse cenizas con el amanecer, vestida completamente de negro y con el rostro endurecido, sus ojos reflejaron el dolor de su alma, y nadie deseó encontrar aquella faceta que muchos desconocen; esa que la llevó a matar a su padre sin pensarlo dos veces.

Eddard y Lyanna permanecieron en King 's Landing, pero ninguno se acercó demasiado a Maegelle; Robert se los pidió, que le otorguen un poco de paz antes de que las nuevas responsabilidades la azoten en la cara. A regañadientes, más Lyanna que el nuevo Señor del Norte, obedecieron y se mantuvieron lejos de la princesa.

Hasta ahora, al menos.

De pie en los jardines de la Fortaleza, rememorando a su madre y a su hermano, Maegelle se encontraba en completo silencio; no necesitaba oír ningún comentario de compasión, ni deseaba tener que asentir con su cabeza cuando le decían cosas buenas de Rhaegar; toda la situación en sí era molesta, y sentía que no podía permanecer de luto en tranquilidad con todas las cosas que debía oír y pretender que le importaba. Llevó una mano hacia el collar que ella le obsequió a su hermano, lo apretó con tanta fuerza que pudo jurar que logró hacer algunos cortes en su mano. Si la hirió o algo, no fue capaz de sentirlo.

─¿Cómo sucedió? ─la voz de Lyanna la quitó de sus pensamientos, sin ánimos de voltear, o de responder, permaneció quieta observando las flores─. Te he dado suficiente espacio, merezco respuestas.

─La espada de Ser Owen Merryweather lo atravesó en el estómago ─dijo ella, sin ponerse a pensar en ser suave con sus palabras o no─, esa espada debía atravesarme a mí.

Lyanna no dijo nada, permaneció en silencio y llevó una mano a su estómago aún abultado, el niño que llevaba dentro aún no nacía pese al sinfín de emociones que vivió los últimos días.

─¿Le dijiste que iba a ser padre?

─No tuve tiempo de decírselo ─murmuró ella, Lyanna suspiró.

─O no quisiste hacerlo ─le respondió.

─Quién sabe ─Maegelle respondió─, puede que tengas razón. Estaba demasiado ocupada pensando en cómo se dió toda esa situación. Tú padre murió, Lyanna, Brandon también. Ninguno de ellos merecía esa muerte; no aún. Brandon era joven, y habría sido un gran Señor.

─Fueron estúpidos, ya lo sé, es lo que he oído últimamente de todos ─musitó─, sé que es mi culpa lo que les sucedió.

Maegelle suspiró.

─Es tú culpa ─concordó─, pero no tienes toda la culpa. Todos somos responsables de las acciones que hacemos, y no comprendemos sus consecuencias hasta que las desgracias suceden ─musitó Maegelle─. ¿No es así como funciona todo? ─preguntó, aunque no esperaba que Lyanna respondiera─. Me alegra, al menos, saber que eres consciente de que has metido la pata y muy hondo. Antes parecías demasiado ignorante de la chiquilla insolente que eras, especialmente después de que mi hermano quedó aquí cautivo y tú intentabas convencer a Robert de huir en un barco hacia el mundo desconocido.

call of silence.       robert's rebellionWhere stories live. Discover now