ch. 018

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓𝐄𝐄𝐍












Maegelle despertó nauseabunda esa mañana, cuando abrió sus ojos, corrió hacia el cubo más cercano a ella y con mucho asco, su cuerpo expulsó todo lo que aún se encontraba en su estómago. Robert se sorprendió cuando la encontró encorvada en el suelo, sosteniendo su propio cabello. Se acercó a la princesa y colocó una mano sobre su espalda.

Cuando Maegelle dejó de expulsar todo, quedó recostada sobre su propio brazo, cansada del esfuerzo que hizo, sus ojos se encontraban llorosos y tenía un poco de sudor sobre su frente. Robert la atrajo a él, colocando su mano en la cabeza de su esposa, asegurándose de que no tuviera fiebre y al comprobar que se encontraba tan tibia como siempre, supo que debía tratarse de algo más.

─Regresa a la cama ─ordenó Robert─, iré en busca del Maestre y ordenaré que te traigan té de hierbas.

─Estoy bien.

─Hasta órganos te han salido de la boca hace unos segundos ─musitó él, agarrándola de las piernas y tirándola en la cama, Maegelle gruñó por su brusco acto─, quédate ahí. Regresaré de inmediato.

─Ogro ─murmuró, tirándose de espaldas sobre su cama, volviéndose a dormir.

Para cuando Robert regresó acompañado del Maestre, se encontraron a Maegelle de espaldas en la cama, tapada hasta la cabeza y durmiendo plácidamente. Su esposo suspiró levemente y el Maestre hizo una mueca.

─Quizá la princesa necesita descanso ─musitó el hombre─, no deberíamos molestarla.

─¡Maegelle! ─exclamó Robert, demasiado alto y consiguiendo sobresaltar al Maestre, la princesa se levantó asustada.

─¡¿Qué sucedió?! ─preguntó confundida y con el corazón latiendo acelerado─. ¡Imbécil! ─exclamó ella, tirándole con una almohada. Robert sonrió.

─El Maestre ha venido a revisarte ─dijo él─, acuéstate para que pueda hacer su trabajo.

Maegelle gruñó levemente al ser ordenada por él, pero acabó obedeciendo. El Maestre Alaric se acercó y realizó una reverencia, comenzó a hacer una rutina de seguimiento bajo la mirada severa de Robert sobre él; la princesa no se mostró para nada incómoda, sí aburrida, estaba acostumbrada a esto. Su madre siempre le dijo que los procedimientos así serían parte de su vida, el pan de cada día. Aunque muchas veces se sentía asqueada de permitir que el Maestre Pycelle ponga un dedo sobre ella, lo hacía para tranquilizar a su madre.

Robert se cruzó de brazos expectante, y finalmente el Maestre se enderezó.

─Es pronto para saber ─comenzó─, pero parece que la princesa muestra síntomas provenientes de estar esperando... un niño.

call of silence.       robert's rebellionWhere stories live. Discover now