VI

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La parte más difícil del proceso de distribución de la carne es ir a las carnicerías debido a que implica ir a la ciudad, encontrarse con Taeyong, lidiar con el calor del pavimento que dificulta la respiración y respetar el toque de queda. Además, los edificios, plazas y calles le recuerdan que solía haber muchas más personas antes.

Antes de la Transición, las carnicerías eran atendidas por empleados mal pagados que a menudo eran obligados por sus empleadores a adulterar la carne para venderla aún estando en mal estado. Un ex empleado del frigorífico del padre de él le reveló los secretos para adulterar la carne y disimular su mal olor, como el uso de monóxido de carbono para la carne envasada y la aplicación de frío intenso, lavandina, bicarbonato de sodio, vinagre y condimentos, especialmente mucha pimienta, para la carne expuesta en la vitrina.

La gente siempre le confesaba cosas y él cree que es porque sabe escuchar y no le interesa hablar de sí mismo. El empleado le contó que su jefe, como forma de compensar, compraba carne decomisada por Bromatología, incluyendo reses con gusanos, y él tenía que trabajarla para luego ponerla en oferta. Explicó que trabajarla significaba dejarla mucho tiempo en la heladera para que el frío disminuyera el olor y que tenía que vender carne enferma con manchas amarillas, las cuales tenía que eliminar.

El empleado quería irse y conseguir un trabajo en el frigorífico Kwangya, conocido por su buena reputación. Solo deseaba un trabajo honesto para mantener a su familia. Le confesó que no soportaba el olor a lavandina y que el olor a pollo podrido le hacía vomitar. Nunca se había sentido tan enfermo y miserable. No podía mirar a los ojos a las mujeres humildes que le pedían la carne más barata para preparar milanesas para sus hijos. Si el dueño no estaba presente, les daba la carne más fresca, pero si estaba, tenía que darles la podrida y luego se sentía culpable, sin poder conciliar el sueño. El trabajo lo estaba consumiendo poco a poco.

Cuando él informó a su padre sobre esto, decidió dejar de enviar carne a esa carnicería y contrató al empleado en su lugar.

Considera que su padre es una persona íntegra, lo cual ha llevado a que esté mentalmente desequilibrado. Se sube al auto y suspira, pero luego piensa en que verá a Taeyong y sonríe, aunque sabe que verlo siempre es complicado.

Mientras conduce, una imagen de la hembra en su galpón irrumpe en su mente. Se pregunta qué estará haciendo, si tendrá suficiente comida y si estará sintiendo frío. Insulta mentalmente Jaehyun, posiblemente relacionado con las circunstancias que rodean a la hembra.

Finalmente, llega a la Carnicería Lee y baja del auto. Observa que las veredas de la ciudad están más limpias desde que no hay perros y también más desiertas. Siente que en la ciudad todo es extremo y voraz, quizás haciendo referencia a la intensidad y agitación que caracterizan el entorno urbano.

Con la llegada de la Transición, muchas carnicerías cerraron y solo algunas volvieron a abrir después de que el canibalismo fuera legitimado. Sin embargo, estas carnicerías exclusivas son atendidas personalmente por sus propietarios, quienes exigen una calidad extrema. Solo unos pocos tienen la capacidad de tener dos carnicerías, en cuyo caso son atendidas por un familiar cercano o alguien en quien confían plenamente.

La carne especial disponible en estas carnicerías no es accesible para todos, lo que ha dado lugar a un mercado clandestino donde se vende carne a precios más bajos, ya que no pasa por controles ni está sujeta a vacunas. Esta carne ilegal se conoce como "carne fácil", ya que se obtiene y produce después del toque de queda. Sin embargo, también es carne que nunca será modificada genéticamente ni controlada para que sea más tierna, sabrosa o adictiva.

Taeyong fue uno de los primeras en reabrir su carnicería después de la Transición. Jeno sabe que para Taeyong el mundo le resulta indiferente. Su habilidad está centrada únicamente en trozar carne, y lo hace con la frialdad de un cirujano. La energía viscosa, el aire frío impregnado de olores, los azulejos blancos que intentan transmitir higiene, y su delantal manchado de sangre, todos esos elementos le resultan irrelevantes. Para Taeyong, tocar, cortar, triturar, procesar, deshuesar y despiezar aquello que una vez estuvo vivo es una tarea automática pero precisa. Su pasión está contenida y calculada.

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