IX

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Se encuentra frente al frigorífico, un lugar aislado rodeado de cercas electrificadas. Estas fueron instaladas debido a los Carroñeros, quienes intentaron entrar en múltiples ocasiones. Rompieron las cercas cuando aún no estaban electrificadas, treparon y se lastimaron con el único propósito de obtener carne fresca. Ahora se conforman con los restos, con los desechos que no tienen valor comercial, con la carne enferma que nadie comería, excepto ellos.

Antes de cruzar la puerta, se detiene por unos segundos en su auto, observando el conjunto de edificios. Son blancos, compactos y eficientes. Nada parece indicar que allí dentro se llevan a cabo asesinatos humanos. Recuerda las fotos del antiguo matadero de Salamone que su madre le mostró. Aunque el edificio esté en ruinas, la fachada se mantiene intacta, con la palabra "matadero" como un golpe silencioso. Enorme y solitaria, la palabra se resistió a desaparecer. Desafiando al clima, al viento que erosionaba la piedra y al tiempo que corroía la fachada, ella persistía. Su madre decía que tenía influencia del art déco. Las letras grises se destacaban contra el cielo que se encontraba detrás. No importaba cómo se presentara ese cielo, ya fuera un azul opresivo, cubierto de nubes o lleno de una oscuridad furiosa, la palabra seguía allí, hablando de una verdad implacable en un edificio hermoso. "Matadero" porque ahí se mataba. Su madre deseaba renovar la fachada del frigorífico Kwangya, pero su padre se negó, pues un matadero debía ignorarse, fundirse con el paisaje y nunca llamarse por su verdadero nombre.

Minhyuk, el guardia de la mañana, está leyendo el diario, pero al verlo en el auto lo cierra rápidamente y lo saluda nervioso. Le abre la puerta y, forzando un poco la voz, le dice: "Buen día, Señor Lee, ¿cómo le va?". Él responde con un movimiento de cabeza.

Desciende del auto y se queda fumando. Apoya los brazos en el techo del vehículo y permanece inmóvil, observando. Luego se pasa la mano por la frente, que está sudorosa.

Baja del auto y se queda fumando, apoyando los brazos en el techo del vehículo, inmóvil y absorto en sus pensamientos. Se pasa la mano por la frente, notando el sudor.

Alrededor del frigorífico no hay mucho. A simple vista, es un espacio despojado con algunos árboles solitarios y un riachuelo en mal estado. A pesar del calor, fuma lentamente, prolongando los minutos antes de entrar.

Luego, se dirige directamente a la oficina de Johnny. En el camino, algunos empleados lo saludan, pero él apenas los mira y les responde. Le da un beso a Miyeon, la secretaria, y ella le ofrece un café mientras le dice: "Enseguidita te lo llevo, Jeno. Qué alegría verte. El señor Johnny ya estaba poniéndose nervioso, siempre le sucede cuando haces el recorrido". Él entra a la oficina sin tocar la puerta y se sienta sin pedir permiso. Johnny está hablando por teléfono, pero le sonríe y hace un gesto indicándole que cortará la llamada pronto.

Las palabras de Johnny son concisas pero escasas. Habla poco y despacio.

Johnny es una de esas personas que no está hecha para la vida. Tiene el rostro de un retrato fallido que salió mal, el dibujante lo arrugó y lo tiró a la basura. Es alguien que nunca termina de encajar en ningún lugar. No le interesa el contacto humano y por eso su oficina fue reformada. Primero la aisló, de tal manera que solo su secretaria puede escucharlo y verlo. Luego agregó otra puerta. Esa puerta lleva a una escalera que lo lleva directamente al estacionamiento privado que está detrás del frigorífico. Los empleados rara vez, o nunca, lo ven.

Él sabe que su jefe maneja el negocio a la perfección, destacándose en números y transacciones. Cuando se trata de conceptos abstractos, tendencias del mercado y estadísticas, Johnny sobresale. Solo le interesan los humanos comestibles, las cabezas, el producto. Pero no le interesan las personas. Detesta saludarlas, sostener charlas sin sentido sobre el clima, tener que escuchar sus problemas, memorizar sus nombres, llevar registro de si alguien tomó licencia o si tuvo un hijo. Para eso está él, su mano derecha. Él, a quien todos respetan y aprecian porque nadie realmente lo conoce. Pocos saben que perdió a un hijo, que su esposo lo abandonó, que su padre se desmorona en un silencio oscuro y demencial.

Nadie sabe que es incapaz de matar a la hembra en su galpón.

delicioso cadáver - nominDove le storie prendono vita. Scoprilo ora