𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔱𝔯𝔢𝔰

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—Tío Tommy— dijo Sarah en tono casual, observando al hombre menor con complicidad—. Es hora de cortar el pastel. ¿Lo trajiste?

Con exageración, su tío dejó caer ligeramente la mandíbula en una expresión de asombro exagerado. Colocó su mano sobre la boca.

—Lo olvidé...

—Pues tendremos que buscar uno— la menor se puso de pie, seguida de Tommy—. No tardaremos— miró a su padre, y luego a Betty con expresión pícara—. O tal vez sí.

—No sabemos cómo está el tráfico— el hombre menor se encogió de hombros mientras tomaba las llaves del auto en la entrada. Abrió la puerta, y salió con rapidez antes de que Joel y la chica pudieran decir algo.

—¡Adios!— exclamó Sarah antes de cerrar la puerta.

El hombre rechinó los dientes al darse cuenta de lo que su hermano y su hija habían hecho. Giró para toparse con Betty, y esta le sonrió con timidez. Luego, sacudió ligeramente la cabeza y metió su mano en el bolsillo.

—Casi lo olvido— le extendió una pequeña caja envuelta en papel de regalo verde oscuro—. Feliz cumpleaños.

—Betty...— reprocho, recibiendo la caja en su mano—. No tenías que traerme nada. Y menos después de haber reparado mi reloj. Voy a pagarte...

—No es necesario porque es un regalo. Además, Sarah ya lo hizo, créeme. Le insistí que no hacía falta, pero sabes cómo es de testaruda. Técnicamente, ese fue su regalo. Y este es el mío.

Joel rió con voz ronca. Volvió la vista a la pequeña caja, y rompió el papel que lo envolvía. Era una caja de plástico transparente, donde podían verse púas de diferentes colores para tocar la guitarra.

—Una vez Sarah me dijo que eres un músico aficionado, y que tocas bien la guitarra— dijo la chica, mirándolo.

—Gracias. Y lo de tocar bien la guitarra... seguro Sarah lo dijo solo porque soy su padre y me tiene aprecio.

—Apuesto a que sí lo haces bien— se observaron por un momento. Betty sentía la mirada expresiva de ojos cafés de Joel como caricias en su piel—. No me habías dicho que eras músico.

—Y no lo soy— se encogió de hombros—. No pude serlo.

—Nunca es demasiado tarde. Tú me dijiste eso cuando te dije que siempre quise escribir.

—Porque eres joven.

—Tú también— el hombre le dedicó una expresión que decía "¿de verdad?"—. Lo digo en serio. ¿Sabes quién es realmente viejo? El vocalista de Los Rolling Stones. Y sigue haciendo conciertos.

—Jamás podré ser como Mick Jagger, Betty.

—Eso no lo sabes porque no lo intentas.

La chica levantó sus cejas, desafiándolo a que la contradijera de nuevo. Él se limitó a reír mientras negaba con la cabeza. Permanecieron en silencio por un momento. Joel la observaba, y ella había girado su cabeza hacia otro lado.

—Betty— el hombre habló por fin. Llamó su atención. Tragó saliva, y respiró profundo—. Siéntate junto a mí— dijo en tono amable.

Ella, sin tener argumentos para refutarle (ni querer hacerlo), obedeció. Se puso de pie, acomodó la falda de su vestido, y tomó asiento al lado de Joel. Lo separaban solo pocos centímetros.

Él observaba el perfil de la chica, notando cómo sus mejillas se tornaban rojizas. Sin darse cuenta, sonrió a boca cerrada. Betty le parecía tan bonita...

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