𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔮𝔲𝔦𝔫𝔠𝔢

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—Joel— escuchó decir el hombre a Ellie a lo lejos. Su cuerpo seguía adormecido y sus ojos permanecían cerrados. No podía distinguir si seguía dormido o despierto—. ¡Joel!— gritó la menor y, esta vez, la oyó cerca.

Se incorporó rápidamente del suelo, y lo primero que pudo observa fue un arma apuntándole a escasos centímetros de su cara. Con expresión neutra, pasó su mirada al resto del panorama. Un niño lo apuntaba, y Betty y Ellie se encontraban de pie frente a él y a espaldas de un chico. Betty, al igual que Ellie, mantenía sus manos arriba. el chico las apuntaba con una pequeña pistola en cada mano.

—Eres difícil de despertar, amigo— dijo el chico sin apartar la vista de Betty y Ellie. El agarre de ambas manos de él era tembloroso, al igual que el del pequeño, por lo que Joel pensó en quitarle el arma con rapidez. Sin embargo, se contuvo. Eso podría ser perjudicial para la chica y la menor.

—Oye...— dijo Betty en tono calmado. El chico permaneció inmóvil. Era de tez morena, cabello corto y de textura rizada color negro y bigote. No lucía muy mayor. Sus ojos oscuros permanecían expandidos y cristalinos.

—¿A qué vinieron?— su voz se quebraba levemente al hablar—. ¿Qué hacen aquí?

—Déjalas ir— interrumpió Joel con voz ronca. Su ceño permanecía fruncido mientras miraba al chico—. Podemos hablar solo tú y yo...

—Joel— la chica lo miró con cejas levantadas y negando levemente con la cabeza. Betty temía que el hombre pudiera perder los estribos y poner a Ellie en peligro. Se giró lentamente al chico, y este dio unos pequeños pasos hacia atrás, nervioso—. Escucha, no es necesario que nos apuntes. No pretendemos atacar a menos que quieran hacernos daño, y tú no pareces querer hacernos daño. Pareces... asustado— miró al niño que apuntaba a Joel. Era muy parecido al chico—. Al igual que el niño que te acompaña.

—Responde mi pregunta— dijo, ignorándola.

—Venimos de paso— la voz de la chica se mantenía tranquila—. Buscábamos gasolina y...

—Los atacaron los rebeldes, y ustedes los derribaron al instante. Vi lo que son capaces de hacer.

—Entonces, será mejor que no te metas con ella... — dijo Ellie. Quería parecer ruda, pero en su tono de voz podía percibirse su inquietud.

—Ahora no, Ellie— habló la chica con neutralidad. El chico y Betty se observaron en silencio por un momento mientras que el hombre respiraba con dificultad, descifrando cómo podría quitarle el arma al pequeño y abatir al chico sin que la chica o la menor terminaran lastimadas—. Sentémonos en el suelo, sin armas, y hablemos. ¿De acuerdo? Tenemos un poco de comida que podemos compartir— el niño chasqueó sus dedos para llamar la atención del chico. Al hacerlo, hizo algunas señas con su mano libre. Betty también lo observó—. Luce hambriento. Le vendría bien comer algo.

El chico posó su mirada en el niño, seguido de Betty, Ellie y Joel. Los tres notaron que el chico no estaba acostumbrado a hacer ese tipo de cosas. Este rechinó los dientes y respiró hondo. Habían pasado días desde que habían probado un bocado y, más que por él mismo, le preocupaba el niño. Cerró sus ojos con nerviosismo, y bajó las armas no sin antes hacerle gestos en respuesta al niño. Este, luego de un momento, bajó la suya.

La menor soltó un suspiro, y Joel se puso lentamente de pie con sus manos levantadas para colocarse entre la chica y la menor. Quería demostrarles que estaba desarmado.

El chico se puso en cuclillas frente al niño e hizo señas con sus manos mientras hablaba.

—Nos van a dar algo de comer, y hablaremos— dijo. Su voz ya no se quebraba. El pequeño sonrió ampliamente y asintió.

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