𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔱𝔯𝔢𝔦𝔫𝔱𝔞

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Luego de varios tragos y anécdotas del pasado, Joel, Betty y Ellie regresaban a la casa que les habían asignado en Jackson. A pesar de ser pasada la medianoche, los locales mantenían las luces encendidas y las personas seguían conversando animadamente con copas en mano.

La menor caminaba delante de ellos con pasos rápidos, y el hombre había tomado la mano de la chica, entrelazando sus dedos.

Había pasado unas hermosas navidades como jamás pensó que lo volvería a hacer. Jamás sería lo mismo sin Sarah, pero agradecía estar acompañado por sus seres queridos.

—De acuerdo— dijo Ellie al llegar al pórtico de la casa. Mantenía sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta debido al frío. Traía, además, un gorro de lana color vinotinto que le había obsequiado Dina sobre su cabeza. Su piel había palidecido a excepción de sus mejillas—. Llegamos a casa— sonrió ampliamente.

Joel y Betty compartieron miradas divertidas. Habían acordado con la menor que le darían sus regalos una vez regresaran de casa de Tommy.

El hombre abrió la puerta del lugar con la vieja llave que había guardado en el bolsillo de su pantalón. Encendió las luces mientras la chica y Ellie entraban. Betty se aproximó a la alacena de debajo de la escalera y tomó la pequeña caja envuelta con papel verde oscuro y un pequeño lazo color rojo.

—Sé que es un obsequio pequeño— habló la chica mientras le extendía la caja a la menor—. Pero es muy significativo.

Ellie rompió el envoltorio con ansias, tirándolo al suelo. Abrió la caja, y dejó caer ligeramente su mandíbula en una expresión de asombro al ver el objeto que había dentro. Lo cogió con sus fríos dedos, examinándolo.

—Betty, ¿me das tu navaja?

—No era mía. Era... —tragó saliva y respiró hondo— de mi mejor amiga. Desde que la viste te gustó, y creo que ya es momento de que la tengas.

—¿Y qué hay de ti? No puedes estar desarmada...

—Sé que encontraré una nueva aquí, pero... me hacía ilusión que tuvieras esta— el objeto poseía una cacha dorada, y la chica se encargaba de mantener la cuchilla limpia, por lo que era una hermosa navaja—. Sé que es un regalo, Ellie, pero no por ello es un juguete. Si te la doy ahora, es porque creo que es momento de que aprendas a defenderte— la menor asintió con nerviosismo mientras cerraba la navaja y la guardaba en su bolsillo—. Eso no significa que dejaré de protegerte. Te enseñaré más técnicas sobre cómo usarla cuando salgamos de Jackson —señaló a la menor con su dedo índice—. Y ninguna palabra a nadie. Mantuve la navaja conmigo a escondidas de María. Si alguien se entera, o la usas aquí dentro, te la quitaré hasta nuevo aviso.

—Gracias, Betty. Por confiar en mí— sonrió a boca cerrada con sinceridad.

—Siempre confío en ti. Solo... quiero que estés bien y seas cuidadosa.

—Lo haré. Lo prometo.

Sonrió a boca cerrada mirando a Ellie a los ojos. Cada día que pasaba, veía a la menor asemejarse más a Ana. La menor estaba creciendo y, de una forma poética, sentía que la perdía.

Sabía que en cualquier momento la menor no necesitaría que ella la cuidara porque sería lo suficientemente mayor y capaz de hacerlo por su cuenta.

Joel carraspeó detrás de Ellie, haciendo que ella y Betty giraran a observarlo. El hombre tenía en su mano un rifle con un lazo rojo sobre la boca de fuego. Sonreía sutilmente con picardía.

—No es por presumir— dijo Joel, imitando las palabras de Ellie hace horas atrás en la casa de Tommy—, pero mi regalo es el mejor.

—¡Cierra la boca!— exclamó la menor mientras caminaba con rapidez hacia Joel—. ¿En serio es para mí?

Back To MeWhere stories live. Discover now