𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔬𝔠𝔥𝔬

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Sin poder resistirlo más, Joel cogió el rostro de Betty con firmeza y unió sus labios con los suyos en un apasionado y desesperado beso. Sus respiraciones se agitaban cada vez más.

Dio unos cuántos pasos hacia adelante, haciendo que la chica chocara con el lava ropas. Sin apartar sus manos de ella, las deslizó hasta sus glúteos y los tomó con fuerza para subirla al aparato. Betty mantenía sus tímidas manos a sus costados.

Él las tomó en un movimiento rápido y las puso en su propio pecho.

—Tócame— suplicó en un susurro muy cerca de sus labios—. Quiero sentirte...

Obediente, la chica pasó sus manos en el pecho desnudo del hombre. Este no dejaba de besarla y, mientras bajaba sus manos y las colocaba en la ancha espalda de él, soltó unos sutiles gemidos mientras tomaba aire.

—Tus manos son tan suaves— recitó Joel entre jadeos. Bajó sus labios hasta el cuello de Betty, y plantó un beso húmedo en él mientras que con su mano libre la sostenía, eliminando cualquier posibilidad de que se alejara. Murmuró en su oído—. Tan tiernas... — mordió su oreja con gentileza pero impaciente.

—Joel...— dijo la chica en un susurro ahogado. Este no despegó sus labios de su cuello. Inhalaba el aroma de Betty que era una combinación muy sutil de jabón de coco y un perfume de vainilla. Él bajó sus manos hasta su cintura y por debajo de su camiseta ajustada y sin mangas, subió el agarre hasta la altura de su costilla. Le dio un ligero apretón, y Betty soltó un gemido. La chica sentía cómo se deshinibía con cada beso—. ¿En serio... —era muy difícil para ella articular una oración debido al placer—. En serio me deseas? ¿O esto es simplemente...?

—¿Quieres saber cuánto te deseo, cariño?— interrumpió en voz baja sobre su piel. Ella asintió con timidez, y Joel tomó la mano de ella para deslizarla por su pecho y abdomen hasta llegar a su miembro. La chica se quedó sin aliento al sentir lo apretado que estaba entre el jean oscuro del hombre. Experimentó, además, cómo sus mejillas se calentaban. Él la detalló por un momento. Sus regordetas mejillas y nariz pequeña ya no estaban ruborizadas solo por el calor del momento—. Creo que jamás había estado tan duro— los ojos verdes de Betty estaban expandidos, y respiraba pesadamente. Él tragó saliva, un poco avergonzado—. Lo lamento— se apresuró a decir—, ¿fue demasiado?

—No— la chica negó con la cabeza. Luego bajó la mirada, y sonrió pusilánime—. Me gusta...

Tomando la barbilla de ella con su dedo índice y pulgar, subió su rostro para poder verla de nuevo. Sus ojos brillaban y, a pesar de estar en una habitación prácticamente oscura, observarla de esa manera tan vulnerable lo hacía sentir como si un rayo de luz atravesara su pecho.

—Eres tan dulce...— dijo, anonadado. La acarició desde su sien hasta su barbilla con sus dedos—. Como una princesa— Mi princesa, pensó.

Ella tomó el rostro de Joel para acercarlo a sí y besarlo. Ladearon sus cabezas, y sus lenguas se movían al compás del otro.

Betty deshizo el botón de los jeans a la cadera de Joel, y este hizo lo mismo con el short de ella. Retiró la camiseta ajustada de la chica, dejando al descubierto su pecho desnudo cubierto por algunos lunares bien distribuidos. Sus senos medianos estaban levemente caídos, y sus pezones rosados estaban rígidos. El hombre tomó uno con su mano y el otro lo introdujo en su boca, moviendo su lengua y succionando.

—Joel...— Betty levantó la vista al techo, y cerró sus ojos con intensidad mientras deformaba su rostro en una expresión de placer. Abrió más sus piernas, y el hombre lo tomó como la oportunidad para deslizar su mano hasta su cavidad por debajo de la ropa. Subió sus labios hasta encontrarse con su boca nuevamente, haciendo que Betty sintiera un cosquilleo a su piel debido a su barba.

Back To MeWhere stories live. Discover now