𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔡𝔦𝔢𝔠𝔦𝔫𝔲𝔢𝔳𝔢

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Joel deslizaba sus manos por los muslos, caderas y dorso de Betty mientras la besaba con lenta desesperación. Las introdujo por debajo de la camiseta holgada de la chica, y suspiró al sentir su suave piel. Detuvo sus manos a la altura de las costillas de ella, y oprimió con fuerza el agarre, haciendo que Betty soltara un leve quejido de placer.

Ella entrelazó sus dedos en el cabello corto y canoso del hombre, atrayéndolo a sí lo más que podía, evitando que él pudiera apartarse. Joel no lo hizo, porque no había otro lugar en el que quisiera estar.

Solo junto a ella.

Bajó sus labios hasta el cuello de Betty, y esta se estremeció al sentir el roce del vello facial de Joel en su piel. La besó con melosidad y pasión a la altura de la yugular. Ella cerró sus ojos y abrió ligeramente su boca debido al deleite. Quería gemir, pero lo que el hombre hacía la dejaba sin aliento. Él pasaba su lengua y succionaba entre besos pausadamente, pero con la brusquedad ideal para hacerla poner cachonda. Mordió la piel de la chica con dientes firmes, pero conteniéndose para no lastimarla.

—¿Puedes... — susurró Betty— cerrar la puerta?

El hombre se apartó para observarla de cerca por un momento, y asintió. Se puso de pie y obedeció. Se inclinó hacia su mochila que estaba junto a la entrada del lado de la habitación, y tomó una caja de preservativos. De la caja, cogió solo uno.

—¿De dónde los sacaste?— dijo la chica con respiración entrecortada.

—Yo...— carraspeó— los encontré cuando busqué medicinas para tu resfriado en la estación de gasolina— bajó ligeramente la cabeza y se frotó la nuca con mano ansiosa.

Betty rió ligeramente, y esto hizo que el hombre sonriera a boca cerrada, relajándose. No quería incomodarla.

Solo quería hacerla sentir bien.

El hombre se acercó de nuevo a ella, tomando asiento en la cama. Dejó el preservativo en la mesa de noche, y se aproximó para besarla. Betty respondió el beso mientras sostenía el rostro de él con ambas manos, apretando ligeramente sus mejillas.

Joel retiró la camiseta holgada de ella y la tiró al suelo. La chica hizo lo mismo con la camiseta blanca del hombre. Él se inclinó más hasta que el cuerpo de Betty yacía en la cama. Se colocó sobre la chica, apoyando ambas rodillas a los costados de ella. Él no quería prensarla, por lo que su mano descansaba en el colchón para mantener su torso levantado. Pero la chica lo atraía cada vez más así con sus suaves pero desesperadas manos. Le gustaba sentirlo sobre ella.

Sin dejar de besarla, deslizó su mano por el cuerpo de ella. Se detuvo en uno de sus pechos, y lo oprimió con cierta dureza. Se sentía tan suave, justo como lo recordaba...

Tomó los pantalones holgados de la chica y los retiró en su totalidad, dejándolos en el suelo. Subió de nuevo para volver a besarla, y ladeó su cuerpo para caer al otro lado. La tomó en sus brazos, y la colocó sobre él.

Betty acomodó sus piernas contraídas a la altura del vientre desnudo de Joel para que su rostro estuviera al mismo nivel que el de él. Con manos temblorosas, buscó el botón del jean oscuro del hombre para deshacerlo. Este lo bajo hasta la mitad de su muslos al igual que su ropa interior, dejando al descubierto su gran miembro erecto.

—Siéntate en mi cara— susurró el hombre en los labios de ella con tono suplicante.

—¿Qué?— la chica lo miró con nerviosismo.

Él tragó saliva, y detalló el rostro de ella por un momento, sintiendo vergüenza.

—Si no quieres, está bien...

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