𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔱𝔯𝔢𝔦𝔫𝔱𝔞 𝔶 𝔬𝔠𝔥𝔬

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Betty había conciliado el sueño minutos después de que se había acostado en la cama debido al cansancio. Durmió profundamente por unas horas, hasta que escuchó a la lejanía una familiar voz que cada vez se hacía más próxima.

Se trataba de Ellie, y no estaba hablando. Estaba gritando.

Al percatarse, la chica abrió sus ojos de repente y tomó su navaja que descansaba debajo de su deteriorada mochila que utilizaba como almohada. Se puso de pie, lista para atacar a cualquier cosa o persona que estuviera haciendo sufrir a la menor.

Miró alrededor de la habitación, pero no había nada. Solo tenía frente a sí a Ellie con ojos llorosos, y mirada triste y enojada a la vez.

—Ellie...— logró decir Betty—. ¿Qué ocurre?

—¡Eras tú!— empujó a la chica con fuerza, y esta se tambaleó—. ¡Todo este maldito tiempo!

—¿Qué...?— Betty no podía articular las preguntas por su somnolencia y extrema confusión.

—En mi sueño...— respondió la menor luego de respirar hondo para intentar calmarse—. La chica que está junto a mí. Eras tú— miró a Betty con desprecio, pero lo que sentía realmente era decepción.

—Ellie— habló con voz pausada y nerviosismo. Negó con la cabeza—. Es solo una pesadilla...

—¡Deja de mentirme, Betty! Ahora lo sé...— lágrimas volvían a correr por sus mejillas—. Ya lo recuerdo...

El grito desgarrador de la menor hizo despertar a Joel de un salto. Sorbió su nariz mientras se ponía de pie con velocidad. Caminó hacia ambas, pasando sus ojos de una a la otra.

—¿Qué pasa?— dijo el hombre con voz adormecida.

—También lo sabías, ¿no es así?— Ellie observó a Joel con mandíbula apretada y ojos furiosos.

—No— se apresuró a decir Betty—. No lo sabía— era consciente que la menor estaría enojada y distante con ella, por lo que tenía que asegurarse que no hiciera lo mismo con Joel.

Con o sin ella, Ellie tenía que permanecer a salvo.

—¿De qué estás hablando?— preguntó el hombre con ceño fruncido y nerviosismo. Su respiración comenzó a agitarse.

—Betty me conoce desde que soy una bebé, no desde que me capturaron las Luciérnagas— giró hacia la chica, quien contenía sus lágrimas con expresión abatida—. Intenta negarlo, y verás de lo que soy capaz...

El hombre se mantuvo en silencio. Sabía que la chica había mentido con respecto a que él conociera aquello por alguna razón que luego le preguntaría a Betty a solas.

—Es cierto— se limitó a decir.

—Estábamos en una casa abandonada cuando era pequeña— continuó Ellie—, un día tuvimos que huir. Había otra mujer. ¿Quién era?— exigió saber con voz severa.

Betty respiró hondo, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta. Se había asegurado que este momento jamás llegara, pero lo hizo.

Porque la maldita verdad, por más que la quisiéramos enterrar, siempre sale a la superficie.

—Era mi mejor amiga, Anna. Te hablé de ella, ¿recuerdas?— sorbió su nariz con ojos cristalinos. La menor asintió—. Ella era... no solo era mi mejor amiga, Ellie... —no pudo evitar soltar un sollozo. Tragó saliva para contenerse— era tu madre.

La menor relajó sus hombros de la impresión, y su rostro dibujó una expresión de horror. Su pecho subía y bajaba con intensidad debido a la pesada respiración.

Back To MeWhere stories live. Discover now