𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔳𝔢𝔦𝔫𝔱𝔦𝔰𝔢𝔦𝔰

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Joel entró nuevamente en el bar, y Tommy permanecía en el mismo lugar.

—Joel— dijo el hombre menor, dando un par de pasos hacia su hermano—. Lo que dije... No hablaba en serio... Solo estaba enojado por...

—Déjalo— intentó hablar en tono amable, tragándose su ira—. Lo sé... ¿Podemos ir a un sitio más reservado? Necesitamos hablar.

Tommy tragó saliva y asintió con expresión nerviosa.

—Sí, vayamos a mi taller— pasó junto a el hombre mayor para salir del local, seguido de Betty y su hermano. Al salir, Joel soltó la mano de la chica. Estiró sus dedos con ansiedad.

Caminaron algunos minutos en silencio hasta llegar a un conservado depósito construido en madera. Betty, al entrar de último, echó un vistazo, encontrándose con una gran mesa en el medio de la habitación, y herramientas colgadas en la pared.

El hombre mayor tomó el primer banco giratorio más próximo a él y lo acercó a Betty para que tomara asiento. Ella negó con la cabeza.

—Gracias, pero permaneceré de pie— dijo, apoyando sus glúteos en la mesa y cruzándose de brazos. Dejó la botella de vodka en la madera. Estaba segura de lo que Joel haría, por lo que comenzó a invadirla el sentimiento de enojo.

—Tengo más...— habló Tommy con timidez.

—Estoy bien— interrumpió la chica con mandíbula apretada.

El hombre menor suspiró, tomó asiento en otro banco giratorio. Se colocó junto a Betty, y frente a Joel.

Permanecieron sin emitir palabra por un momento, hasta que Joel respiró profundo.

—Tommy— su tono de voz había cambiado por completo. Ya no sonaba como aquel hombre malhumorado con habla ronca. Era un hombre indefenso, suplicando—. Sé que no ha pasado mucho tiempo desde que desapareciste, pero ya no soy el mismo... Cuando duermo, no soy capaz de despertar ni siquiera con el ruido más intenso. Mi oído derecho ya perdió el sentido de la escucha casi por completo, mi cuerpo duele y... —tragó saliva— cuando estamos en una situación de peligro, me paralizo, y mi corazón...

—Joel...— se apresuró a decir Betty, pero este, ignorándola, continuó.

—Tenías que verme cuando María y los demás nos encontraron— el hombre mayor soltó una pequeña risa ahogada—. Me congelé, Tommy. Pensé en que la niña y Betty morirían, y lo único que pude hacer fue permanecer inmóvil, cómo cuando... —cerró sus ojos, y tomó una gran bocanada de aire, conteniendo su llanto—. Y no puedo...

—Esto no tiene que ver con la paga, ¿no es así?— logró decir su hermano después de algunos segundos de pesado silencio.

El hombre mayor negó con la cabeza, y miró a Betty con ojos tristes antes de responder.

—Te mentí... con respecto a Ellie.

—Joel— reprochó la chica, incorporándose.

—Podemos confiar en él— asintió levemente, rogándole Betty con su expresión de cachorro. Ella suspiró—. Porque sé que no le dirá a nadie— observó Tommy, y este miraba a la chica con expresión confusa—. Ni siquiera a María.

El hombre menor miró a su hermano de nuevo.

—¿Qué está ocurriendo, Joel?— susurró con irritación y temor.

—Ellie fue mordida por un infectado meses atrás— habló la chica, mirando al suelo, y apoyándose nuevamente en la mesa—. Y nada le pasó.

—¿Qué?— el hombre menor comenzaba a respirar con dificultad.

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