𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔳𝔢𝔦𝔫𝔱𝔦𝔰𝔦𝔢𝔱𝔢

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Betty tomó con firmeza el rostro de Joel para continuar besándolo con pasión, y el respondió el beso tomándola de la cintura, pasando sus manos por su torso debajo de la ropa. La chica gimió levemente sobre sus labios, y él mordió el labio inferior de la chica antes de besarla nuevamente.

Su boca sabía a vodka y lágrimas. Era un sabor caótico, pero perfecto.

—Quiero estar contigo, Joel— susurró la chica mientras tomaba un poco de aire. El hombre se inclinó sutilmente hacia adelante para unir sus labios.

—Ya lo estás, cariño— tomó su rostro con ambas manos para que Betty pudiera mirarlo a los ojos—. Y no me alejaré de nuevo. Lo prometo.

La chica notó el brillo en los ojos del hombre, y sonrió a boca cerrada mientras acariciaba la mejilla rugosa de él.

—Lo sé, pero no me refería a eso...— bajó la cabeza y el hombre notó cómo las mejillas de ella se ruborizaban.

Luego de un momento, Joel soltó un bufido y río mientras negaba con la cabeza.

—Ya lo he pillado— murmuró, y buscó los labios de la chica para besarla con lentitud y vehemencia. Bajó sus manos hasta las caderas de Betty, les dió un apretón, haciendo que la chica suspirara sobre su boca, y comenzó a moverla con ligereza.

La chica se estremeció mientras gemía en voz baja entre besos, sintiendo cómo el miembro de Joel se apretaba cada vez más entre sus piernas. En la habitación sólo podía escucharse sus respiraciones agitadas y sonidos melosos.

—Siéntate en la cama— dijo Betty con voz suplicante mientras se colocaba de pie. Él, anonadado y sin apartar los ojos de ella, asintió.

Ella se aseguró de que la puerta estuviera cerrada con seguro antes de volver la vista a Joel. Ya había tomado asiento, y se lamió el labio superior con sutileza. Su pecho subía y bajaba con intensidad, respirando por la boca.

Betty se arrodilló frente a él, observándolo con devoción. El hombre, sabiendo lo que pasaría, tragó saliva, ansioso.

—Quítate la camiseta, preciosa— pidió amablemente en un susurro.

La chica retiró la prenda, dejando al descubierto su torso. Joel detalló el cuerpo de Betty, pasando sus ojos por los hombros de ella, clavículas, pechos levemente caídos con pezones rosados y rígidos, y su abdomen que subía y bajaba al ritmo de su respiración. Su piel lucía radiante, destacando sus lunares.

—Eres tan hermosa... — dijo Joel, pensando en voz alta.

La chica, que estaba ruborizada, le dedicó una sonrisa ladeada. Abrió las piernas del hombre para aproximarse más a su miembro, y este la aproximó a sí tomándola con firmeza pero sin lastimarla de la nuca. La besó con desesperación, y ella deshizo el cinto, seguido del botón del jean oscuro de él. Con un movimiento rápido, Betty bajó su pantalón hasta la mitad de los muslos de sus muslos. Hizo lo mismo con su ropa interior, dejando salir el gran miembro erecto del hombre.

Ella se alejó, y el hombre notó el rostro de la chica sumamente ruborizado. Betty tragó saliva y miró el miembro.

—Betty— dijo, con respiración entrecortada—, sabes que no tienes que hacer algo que no quieres...

—Quiero hacerlo— habló con seguridad, a pesar de su timidez. Quería complacerlo, demostrarle cuánto lo quería, y desesperarlo de placer.

Y también quería sentir entre sus labios la gran polla de Joel.

El hombre asintió con expresión seria, atento a que la chica mostrara arrepentimiento, pero no lo hizo.

Betty introdujo el miembro del hombre en su boca. Pasó su lengua alrededor de este mientras subía y bajaba su cabeza con movimientos pausados.

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