18. No voy a hacerlo otra vez...

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Estábamos en el coche camino a casa de Mariam.

Ya eran las 2 de la mañana y al día siguiente teníamos que madrugar.

Fuimos todo el camino en silencio, pero no era incómodo, solo estábamos agotados.

Cuando llegué aparqué en frente de su casa.

—Adiós, muchas gracias por todo Gavi.—se despidió.

—A ti por aguantarme, no es nada.—dije y fue andando hacia la entrada de su casa.

Esperé a fuera con el coche hasta que entrara, siempre lo hacía por si acaso.

Cuando vi que ya estaba dentro, encendí el motor el coche para irme hacia mi casa, pero de repente salió Mariam corriendo de su casa y haciéndome señas para que abriera las puertas. También tenia alguna que otra lágrima que le caía por la mejilla.

*NARRA MARIAM*

Gavi llegó a mi casa y me bajé del coche, hoy las cosas habían ido muy bien.

Demasiado bien.

Algo en mi me decía que no todo podía salir bien esa noche.

Después de despedirnos, fui hacia la entrada de mi casa y vi que estaba esperando para irse hasta que yo entrara.

Por cosas así me lo comería entero.

Entré a la casa y escuché una voz en el piso de arriba.

Mierda...

Le tendría que haber quitado las llaves de mi casa.

—Mari, ¿donde cojones has estado toda la noche?.—preguntó gritando esa voz que tan bien conocía. La de mi hermano.

Como odiaba que me llamaran así, me daba lache y aún mas si lo decía el.

No contesté, solamente cogí mi bolso y mis llaves y fui silenciosamente hacia la entrada para luego irme corriendo.

El me vio correr, así que me siguió gritando mientras intentaba acercarse a mi, pero yo iba más rápida.

Justo escuché el sonido de que Gavi encendía el motor, así que me apresuré lo más que pude.

Salí corriendo de la casa tras los gritos de mi hermano que no se entendían muy bien.

—¡ESO! TU VETE A TIRARTE A TÍOS ¡ZORRA!. ¡QUE NO SABES HACER NADA MÁS QUE FOLLAR!.—fue lo último que escuché después de alejarme lo suficiente para ya no escucharlo.

Mientras corría le hacía gestos a Gavi para que no se marchara y me abriera la puerta.

El puso cara de confusión, pero me hizo caso.

Una vez llegué al coche, entré y me senté en el lugar del copiloto.

—Pon el seguro.—dije como pude, para después sacar todas las lagrimas que tenía acumuladas.

No eran lagrimas de tristeza, eran de frustración, de rabia también.

Me daba demasiada rabia que solo tuviese 8 putos meses de prisión tras todo el maltrato que me hizo, pero claro, como es hombre, guapo y joven, solo le pusieron 8 meses de prisión.

Esta sociedad era una puta mierda.

Como se nota que en esos momentos no estaba de moda el feminismo, porque si lo hubiera denunciado ahora el estaría durante años encerrado, pero tampoco tenia el plan de hacerlo otra vez, va a pensar que le he dado la razón de que soy una puta y le darán igual los años de cárcel, porque siempre volverá.

Cállame. - Pablo Gavi Where stories live. Discover now