32. Final

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Pasaron meses y todo seguía genial entre nosotros dos.

Sin duda esta chica era lo que realmente me hacía feliz. Por una parte agradezco a Adara por haberme puesto los cuernos y así hubiese conocido a Mariam pero por otra parte la odio. Pues normal, para que necesito llevarme bien con mi ex si no le llega ni a los talones a mi novia. Igual que todas las tías que se me acercan en la discoteca, que pesadas.

Ahora que gracias a Mariam soy más abierto con la gente, las tías en las discotecas me vienen diciendo que si quiero lío. Yo siempre pongo excusas que no se las cree nadie, ya que Mariam y yo aún no hemos hecho oficial nuestra relación y no puedo decirles que tengo novia.

Han salido muchos rumores de que somos algo, pero siempre acaban en el olvido cuando pasan los días, así que eso no es problema para nosotros.

Hoy Mariam había venido a mi casa a pasar el día como hacemos normalmente.

—Mariam, tenemos que hablar de una cosa.—dije.

Ella me miró con una cara de preocupada.

—Tranquila que no te voy a dejar.—reí al ver su cara.

—Joder, que susto me habías dado.—dijo riendo levemente.

—Tenemos que hacer nuestra relación oficial.—dije.

Yo siempre que tenía que decir algo lo decía directamente, no me gustaba alargarme mucho hablando.

—No.—respondió.—La gente hablará mal de mi y me criticarán.—dijo rápido.

Yo le cogí de las manos y la miré fijamente, dándole seguridad.

—Mariam, no te dirán cosas malas ¿tú te has visto?.—dije.—Y si te dicen algo lo ignoras porque es pura envidia.

—Ya, pero no se...

—Mariam, se que los primeros días será un estrés porque todo el mundo preguntará y nos seguirán a todas partes, pero yo no voy a dejar que te pongan un dedo encima, ¿entiendes?.—insistí.

Ella me miró dudosa.

—Quiero que todo el mundo sepa que estamos juntos. Poder abrazarte y besarte delante de todos sin que la gente nos grabe y luego inventen rumores.—expliqué.

—Vale.—dijo esta ves, segura.

—¿Si?.—Pregunté emocionado.

—Si.—dijo mirándome con una sonrisa mientras sus ojos se iluminaban.

La besé suavemente mientras se me escapaba una sonrisa en medio del beso.

El beso fue subiendo de tono y ella se sentó a horcajadas encima mío. Bajé mis besos a su cuello haciendo que ella soltara leves gemidos de puro placer.

Ella se quitó su camiseta y yo hice lo mismo con la mía quedándonos los dos solamente en pantalones.

Le quité el sujetador y bajé mis besos a sus tetas para lamerlas y jugar con ellas durante un rato.

Fui bajando poco a poco mi mano hacia su pantalón, colándola por debajo de este dirigiéndome a su intimidad. Acaricié por encima durante un rato, haciéndola gemir pidiendo más.

—¿Que quieres que haga?.—pregunté con una sonrisa ladeada.

—Mételos ya, Pablo.—gimió.

No bastó más para que yo apartara la tela de su ropa interior y metiera mis dedos dentro de ella.

Dios, como me ponía que me llamase Pablo.

Con mi mano libre le bajé los pantalones y su precioso tanga de encaje color rojo vino. Que pena que se lo haya tenido que quitar. Ella aprovechó y me quitó los pantalones y empezó a acariciar mi miembro por encima de la tela de mi ropa interior haciendo que yo soltara leves gemidos.

Una vez se corrió en mis dedos yo los quité llevándolos a su boca para que los lamiera. Ella lo hizo mirándome fijamente con una mirada de santa, pero en esos momentos de santa no tenía nada. Luego bajó y se arrodilló enfrente de mi, cogiendo mi miembro con una mano y pasando su lengua por la punta.

Yo la cogí de la cabeza acercándola a mí para que lo metiese ya dentro de su boca, no podía esperar más.

Ella me hizo caso y empezó a mover su cabeza para alante y para atrás mirándome fijamente a los ojos. Yo de vez en cuando levantaba la cabeza hacia el techo mordiéndome el labio, evitando no soltar tantos gemidos.

Ella separó su cabeza de mi.

—No reprimas los gemidos, cariño.—dijo volviendo a introducir mi miembro en su boca.

No faltó mucho más que eso para correrme en su boca soltando un largo gemido.

Ella se levantó y volvió a sentarse a horcajadas encima mío.

—¿Que es lo que necesitas?.—pregunté con la voz entrecortada.

—Tenerte dentro.—gimió.

Entonces cumplí los deseos de mi chica.


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Pues aquí está el final de la historia.

Muchas gracias por el apoyo que le estáis dando, porque sigo sin creérmelo.

Ahora mismo he empezado a escribir otra historia (también de Gavi) que tengo en borradores y cuando ya tenga más o menos todo planteado y algunos capítulos hechos la voy a empezar a subir.

Hasta la próxima y no os olvidéis de votar.

Os quiero mucho corazones y mil gracias 🩵.

Chao pescao🫶🏼

Cállame. - Pablo Gavi Where stories live. Discover now