28. Mascarillas

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Han pasado segundos.

Minutos.

Horas.

Incluso días.

De que nadie ve a Mariam.

Excepto yo y Xavi.

Mariam se había ido a una casa rural ella sola porque necesitaba estar en un lugar tranquilo para preparar una presentación sobre el trabajo que había estado haciendo las anteriores semanas.

Se ve que con esa presentación se juega su puesto de trabajo aquí, así que ha decidido irse a un lugar donde nada y nadie le moleste.

Bueno, el único que le puede ir a molestar soy yo, ya que Xavi me dijo que me encargara de hacerle la compra y llevársela y estar un rato con ella, así no pasaba tanto tiempo sola.

Xavi no lo hizo porque sabe que estamos medio liados, algo se huele, pero no me ha pedido ese favor por eso. Estoy lesionado y ya no me duele casi el pie y si voy con las muletas puedo hacer vida normal —menos ir a entrenar, claro— así que Xavi me pidió ese favor así la chica no se machacaba tanto.

Los demás no sabían nada de donde se encontraba porque Xavi sabía que iban a ir a molestarla o le estarían diciendo todo el rato de salir y posponer esa presentación. Obviamente ellos no lo harían con mala intención, pero ese proyecto es muy importante para Mariam y tiene que estar concentrada al 100%.

Así que esa mañana me duché, me vestí y cogí las muletas para ir a hacerle la compra a la chica. Tampoco le iba a hacer una compra semanal, solo le iba a comprar comida para ese día.

Le compré una barra de pan y jamón, porque me he dado cuenta de lo mucho que le gustan los bocatas de jamón, también le compré una ensalada de estas ya hechas y algo de carne para acompañarla. Bebidas ya tenia en la casa así que no le compré ninguna. Por último cogí chocolate por si lo necesitaba si se estresaba o algo, de pequeño lo hacía cuando tenía que estudiar.

Después de comprar fui directo a la casa donde estaba la chica. Al llegar piqué a la puerta y ella me abrió. Me recibió con una sonrisa en la cara y me dejó pasar.

—¿Que me has traído hoy?.—dijo emocionada.

—Para hacerte un bocata de jamón, ensalada y algo de carne.—respondí sacando las cosas de la bolsa.

Ella fue a guardar todo en la nevera.

—Y chocolate.—dije sacando lo último que quedaba en la bolsa.

—Cuando más lo necesitaba, gracias.—dijo en un tono desesperado.

Yo me reí y ella me abrazó, agradeciéndomelo.

—Bueno, ya me voy, esta tarde vengo la hora de siempre.—dije.

—Chau.—se despidió.

Yo hice lo mismo y me fui en coche.

El resto de día no hice nada interesante, solo me puse a ver series todo el dia. Quería ir a la piscina, pero la venda que tenía en el pie no me dejaba bañarme en la piscina.

A las 18:40 salgo de mi casa y me dirijo hasta donde se encuentra Mariam. Cuando llegó al destino pico a la puerta de la casa y a los pocos segundos me abre la chica.

—Buenas.—dijo alegremente.

Yo respondí lo mismo mientras ella se aparataba de la puerta para dejarme pasar.

—¿Que tal vas con el trabajo?.—pregunté.

—Muy bien, seguramente mañana ya esté todo acabado.—dijo alegre.

Cállame. - Pablo Gavi Where stories live. Discover now