22. ¿Que has dicho?

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Hacía dos dias habíamos ido a hablar con los policías y no nos habían dicho nada desde entonces.

Me estaba preocupando.

¿Y si no pueden hacer nada?


Los gritos de Mariam me despertaron.

—¡QUE COJONES HACES GRITANDO A LAS 10 DE LA MAÑANA JODER!.—Le grité a la chica que se encontraba en la otra habitación.

—¡QUE VAYAS A ABRIR LA PUERTA QUE NO PARA DE SONAR EL PUTO TIMBRE COÑO!.—Me contestó gritando.

—¡VES TÚ!—contesté y luego metí mi cabeza debajo de la almohada.

—¡COMO VOY A IR SI NO ES MI CASA, PIENSA UN POCO!—volvió a gritar.

Harto fui hasta su habitación.

—Cállate de una putisima vez y déjame dormir.—dije enfadado.

—Podría dejarte dormir si la puta persona que está tocando el timbre parase de llamar.—se quejó.

Salí de la habitación y bajé las escaleras para ir a la puerta de entrada.

—¿Quien coño eres?.—pregunté de mala gana por el telefonillo.

—Que majo por dios.—dijo Pedri.

Abrí la puerta dejándolo pasar.

—¿Que cojones quieres?.—pregunté de mal humor.

—Que hoy te voy a llevar yo a entrenar porque me apetece.—dijo.

—Pero si faltan dos horas y media para ir a entrenar.—me quejé.

—Por si querías jugar unos fifas.—propuso.

—Me estoy muriendo de sueño pero unas partidas a la play no se rechazan.—dije.

—Me voy a preparar para ir a entrenar luego. Ahora bajo.—avisé.

Pasé por delante la habitación de Mariam y se había vuelto a dormir, así que le cerré la puerta para que no nos escuchase jugar a la play.

Me cambie y volví a bajar.

Estábamos en medio de una partida, íbamos empatados, hasta que Pedri metió un gol.

—¡ME CAGO EN TUS PUTOS MUERTOOS!.—grité tirando el mando al sofá con fuerza.

—Que el mando no te ha hecho nada.—dijo mi amigo riéndose.

—Vete a la mierda un rato.—dije cabreado.

—¿Podéis dejar de gritar?—dijo Mariam con voz adormilada bajando las escaleras

En vez de comprarse un pijama decidió que era más buena idea robarme ropa para dormir, así que iba vestida con un chándal mío.

—Que cojones.—dijo Pedri.—¿Tu que haces aquí?.—le preguntó mi amigo a Mariam.

—Una larga historia.—dijo restándole inportancia.—La pregunta es ¿que hacéis jugando al fifa a las 10 de la mañan?.

—¿Quieres jugar?.—preguntó inocentemente mi amigo.

—Quiero dormir pero vuestros gritos no me dejan.—dijo y acabó de bajar las escaleras para dirigirse a la cocina.

—¿Vale?.—dijo Pedri sin entender nada.

Yo solté una carcajada al ver la cara que se le quedó.

—¿De que te ríes gilipollas?.

—De la cara que se te ha quedado.—dije riendo.

Cállame. - Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora