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Apilé la cámara filmadora sobre los demás objetos de valor arriba de la cama

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Apilé la cámara filmadora sobre los demás objetos de valor arriba de la cama. Cada pequeño artefacto necesario para realizar el proyecto los había comprado con sumo esfuerzo, y pese a que había conseguido los artículos usados en una tienda por internet, estaban en muy buen estado. Hoy en día, los materiales para la industria el cine se excedían en su precio y con mi limitada cantidad de dinero podía conseguir lo necesario para crear una película de bajo presupuesto.

Suspiré sonoramente, con los ojos puestos en el gran micrófono que sobrepasaba los limites de mis propias sabanas. En tan solo minutos vería a Bastian, y de solo pensar que volcaría su verdad en partes ante mi cámara originaba que el nerviosismo me circulara por las venas a una velocidad inaccesible. Al mismo tiempo, seria la primer persona que oiría su propia versión y me inquietaba conocer los secretos que ocultaba en el interior de su mente y al filo de su mundo oscuro.

Volví a examinar mi aspecto ante el estrecho espejo que yacía en la puerta de mi habitación. Meneé mi cintura, verificando si el vaquero oscuro combinaba con la playera ajustada que me hacia relucir las curvas definidas de mi cintura y, pese a que no poseía grandes atributos delanteros, mis pechos se moldeaban a la figura de la tela.

Por primera vez en un largo periodo de meses, luego de terminar con mi ex novio, comenzaba a preocuparme por mi aspecto. Por alguna razón, después de tanto tiempo sin saber que había sido de la vida de quien fue mi amigo de la infancia, había causado una gran curiosidad y un interés particular más allá de su trabajo. Quería conocerlo mejor.

Mis dedos rozaron el borde de mi vaquero, deslizándolo sin bajar la cremallera y divisando la tela traslucida que recubría mi zona intima. Bastian me había pedido o, más bien, había puesto condiciones para que pudiera filmar su historia, y por el momento consistía en que luciera lencería erótica bajo mi ropa. Sus palabras espesas y gruesas retumbaban en mi mente repitiendo sus términos exactos. Le gustaba el rojo y que la tela poseyera trasparecía para detectar lo que se ocultaba y, al mismo tiempo, hacer volar su imaginación.

Para su mala suerte, y porque sus condiciones no me resultaban para nada buenas cuando no me exhibiría ante sus ojos o mi cámara, sino que él lo haría para mí, me coloqué una simple ropa interior verde de encaje que se ocultaba con facilidad bajo la tela que me moldeaba el cuerpo. Además, el rojo no conformaba mis prendas íntimas dentro del armario. Ni siquiera tenía una sola.

Tomando todos los objetos necesarios, surgí de mi habitación. Comunicándole a mi padre que estaría en casa de Bastian por si me necesitaba y explicándole que me ayudaría con mi tesis, sin decirle con exactitud de que trataría, salí al exterior.

Cuando llegué a su porche iluminado por los rayos del sol, deposité los objetos pesados en un sofá de madera que decoraba su exterior. Expulsé todo el aire que retenían mis pulmones, rozando mis palmas en ambos muslos y golpeé la puerta. Di unos pasos en reversa, manteniendo mi oído en alto para atender los sonidos del interior y prepararme para que, cuando abriera la puerta y me recibiera, mi nerviosismo no se sintiera a flor de piel. Debía verme como una futura profesional.

Detrás De Cámaras ©Where stories live. Discover now