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El sonido del silencio sacudía mis tímpanos y nuestros alientos fundidos rondaban por el cuarto en penumbras

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El sonido del silencio sacudía mis tímpanos y nuestros alientos fundidos rondaban por el cuarto en penumbras. Tras mi dorso desnudo el susurro de nuevas voces acariciaba mi oído pronosticando que una nueva película se proyectaría, y me hizo especular el tiempo que llevábamos encerrados en el pequeño cuarto.

Bastian rozó sus nudillos por mis mejillas ruborizadas sintiendo el ardor que desprendía de mi interior, y el calor que había inundado mi cuerpo y comenzaba a disiparse, retornó como una chispa. Cuando realizaba aquel gesto, la tonalidad de mis pómulos se intensificaba exponiendo lo mucho que me gustaba su contacto físico, olvidando los nervios que comenzaban a invadirme por hallarme expuesta ante sus ojos. Completamente expuesta.

– Creo que deberías regresar al set – encomendé reacomodando mi cabello y tragué grueso.

– No creo que sea necesario – rio por la nariz.

– Tú eres el protagonista de la película, ¿lo recuerdas?

Rodeé mis dedos en su antebrazo sin quitar mis ojos de los suyos.

– Pedí un remplazo – explicó breve, y recordé cuando nombró a su compañero de empresa –. Además, cuando me miras de ese modo, me resulta aún más difícil salir de esta habitación.

Se dio la libertad de explorar mi cuerpo en la penumbra, deslizando sus pupilas destellantes por la curvatura de mi abdomen hasta concluir en mis muslos abiertos, y me miró a los ojos. Su mirada se había sosegado, disminuyendo sus facciones foscas y persistes para exhibirme su desaliento ante la furia que había desatado en mi interior.

Sus hebras castañas estaban desalineadas, fusionándose a su faz como una segunda piel y su respiración aún era pesada.

Ver su imagen de esta manera me invitaba a que deseara verlo de la misma forma todos los días. Bastian Derking era malditamente perfecto.

– Pero debemos salir antes de que alguien nos vea – recomendé, intentando apartar su cuerpo.

– ¿Y qué si nos descubren? – inquirió juguetón.

– Bastian.

Insistí. El miedo de que alguien pudiera descubrir nuestro paradero encendía mi adrenalina, mucho más cuando me hallaba desnuda, y Bastian chistó en tono de protesta.

– Bien.

Me reí a causa de su reproche, y se apartó permitiendo mi movilidad, reacomodando su pantalón deportivo y exponiendo sus músculos exhortantes ante las llamas que incineraban mis pupilas, y cubriéndome por acto reflejo un poco mi desnudez expuesta con los brazos, me deslicé por la superficie de la mesa para descender y buscar con velocidad mi ropa interior.

La vergüenza comenzaba a inundarme.

Divisándolo con mi lencería intacta y tendida en sus dedos y sorprendiéndome cuando me ayudó con facilidad a situarlo en mi cuerpo, mis ojos se desplazaron por la pequeña sala intentando hallar mi vestido. Cuando lo encontré a solo centímetros de sus zapatos, mi corazón se comprimió.

Detrás De Cámaras ©Where stories live. Discover now