23

8K 455 80
                                    


– Aun no puedo creer que estuviste en una orgí* – Dafne, mi hermana mayor, murmuró entre risas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

– Aun no puedo creer que estuviste en una orgí* – Dafne, mi hermana mayor, murmuró entre risas.

– Ya dije que no estuve en una – insistí agobiada.

– Intenta que tu mentira llegue a tu voz, Deva.

Rio e incrustaré mis pies en la cerámica reluciente, consiguiendo que sus pasos se ralentizaran y se detuviera por completo bajo el gran aire acondicionado.

– Dios...– rezongué.

– Eso es lo que se suele decir cuando te...

– ¡Ya basta!

Troné ante su broma, y su risa burlesca se esparció por el ambiente, incapaz de disimular.

Maldito y grandísimo hijo de puta.

Me había pasado horas innumerables desgarrando mi voz mental y creando insultos tan creativos que habían resultado dignos de encuadernar y ser reutilizados en un futuro. Pero no, ni siquiera podía abrir la ventana de mi habitación para comenzar a vociferarlas porque debía abstenerme en hacerlo.

Si hubiera podido regresar a su cocina solo para hacerle la noche imposible, la misma que me había causado a mí, no lo hubiese dudado ni un solo segundo.

En cambio, permanecer ante mi padre en ropa interior por un par de minutos mientas él procesaba la información inválida que Bastian le había proporcionado fue lo más degradante que había padecido en toda mi vida.

No es que no me haya visto antes en bañador cuando me hallaba en la playa con mis hermanos o durante mi infancia cuando correteaba en pañales por el jardín trasero, pero ya era adulta, y me causaba un malestar que sobrepasaba mis propios límites.

Estaba más que claro que había realizado aquel acto dramático y martirizador solo para que no volviera a desobedecer sus órdenes. Me había dominado como mejor sabía hacerlo, tomándome de las formas más satisfactorias e induciéndome a su dulce tormento que tanto ansiaba volver a probar con el único fin de que mi orgasmo se desvaneciera y que el terror se colocara en su lugar.

Me tomó como una simple pluma y me dejó caer con el peso de mis propias acciones. No podía controlarme a la adicción que me provocaban sus movimientos, resultando víctima de mis propias codicias y una prisionera de sus palabras tan inmediatas y catastróficas.

Que haya acometido con mi cuerpo de forma violenta aferrándose a mi cabello, a mis extremidades y saciando mis propias necesidades con dureza resultó una satisfacción gratificante. Pero, el haberse detenido fue como un golpe atroz en mi cuerpo. Porque, maldita sea, hasta después de haber pasado unas simples horas sentía la necesidad golpeándome la puerta.

Pero, luego de haber sentido sus secreciones rozando mis pliegues como un castigo leve, no creí que lo severo se hallaba atravesando la entrada de su hogar.

Detrás De Cámaras ©Where stories live. Discover now