Capitulo 77

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Aspiro su olor como sino lo hubiera echo nunca mientras que veo como se remueve entre mis brazos para acomodarse mejor, logrando esconder su cara en mi cuello en su totalidad.

Siento como poco a poco su respiración se va ralentizando, al igual que su cuerpo se siente más liviano en mis brazos, hasta que pocos minutos después se ha quedado dormido.

Mi mano no deja de acariciarlo, mis dedos pasan por parte de su mejilla que ha quedado descubierta sintiendo el calor que traspasa su piel hasta llegar a la punta de mis dedos.

Necesitaba esto más que el aire para respirar.

Mi atención se desvía un momento después de haberme centrado en el las anteriores dos horas sin que nadie afectará nuestra burbuja, solo hemos sido nosotros dos.

Noto como Armand lo tapa con una manta que había cerca, tapándome a mí en el proceso, al igual que toma un pequeño control haciendo más tenues las luces del salón de juegos donde hemos estado en todo momento, consiguiendo que la estancia sea más acogedora.

—No se cómo has aguantando su ritmo, este niño tiene energía para rato—dice el tranquilamente sabiendo que el no se va a despertar en ningún momento —hasta que el renacuajo se ha quedado dormido en brazos de su madre, algo que extrañaba mucho —habla sentándose a mi lado al fin después de todo este tiempo.

En el momento en que me vio entrar por la puerta supo que algo iba mal, entonces cuando vio que estaba en otro mundo con Ángel, salió de esta sala seguramente para investigar, así que se que ya se habrá enterado de todo.

Desde entonces ha entrado varias veces a vernos, pero no lo he tomado en cuenta hasta ahora, en el momento que tengo a lo más importante de mi vida entre mis brazos totalmente dormido.

—Estar con el no me agota, me llena de vitalidad—hablo mientras que acaricio su pelo castaño y sonrió viendo como restriega su nariz contra mi cuello—yo también extrañaba estos momentos, donde solo somos el y yo—hablo mientras que cierro los ojos y lo aprieto más contra mi pecho, sintiéndome por unos instantes llena de vida.

—¿Estas mejor?—pregunta mientras que se acerca más a mi costado y pasa su brazo por detrás de mi cabeza, abro un poco los ojos viendo como su mirada se posa en mi, mientras que tapa mejor a Ángel con movimientos cuidadosos.

Miro la tranquilidad que me tramiten sus ojos, sabiendo que está preocupado por mi salud mental, desde que he llegado aquí he tenido varios ataques, además de que mi mente ha quedado destrozada de nuevo gracias al líder de la mafia griega.

Algo que intuía al volver a este país y que ha sido totalmente como esperaba.

Antes esto no pasaba, es verdad que tenía pesadillas y dias malos, pero seguía a rajatabla las indicaciones de muchas personas que cuidaban mi salud mental, eso me hacía controlar mis estados de ánimos, al igual que controlar mi ansiedad y lo más importante extinguir casi por completo los ataques.

En los cinco años que he estado alejada de este mundo, los mismos que tiene la pequeña personita en mis brazos, he tenido muy pocos, puedo contarlos con mis dedos, ya que siempre intentaba estar bien por el, todo ha girado entorno a este ángel siempre, por eso no me daba la oportunidad de estar inestable.

El ha sido mi mejor terapia desde que lo tuve por primera vez en brazos, el mayor tesoro que me ha dado la vida después de tanto sufrimiento.

—El saber que el sabe de su existencia, que puede atacar contra el, o que puede descubrirlo ante el mundo, ha echo que colapse—digo con pesar mientras que miro la alfombra de color verde oscura cubriendo todo el suelo, logrando no dejar que mi mente vuelva hasta ese momento—sabia que sino venía con el y lo tenía en mis brazos, iba a ser peor, lo necesitaba —hablo mientras que pasó la mano por su espalda acariciándolo como si lo hiciera con una pluma.

El sacrificio de la reina (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora