TERCERA PERSONA XXX

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Percy se había encorvado, con las piernas flexionadas, el tridente apuntado a su costado y la mirada fija en su objetivo. Sus músculos se hincharon y crecieron cuando la sangre bombeó hacia ellos.

"¿Por qué su presencia cambio de ese modo?"—se preguntó Fineas—. "Interesante. Si crees que puedes destruir nuestro Byakuyagan, me gustaría verte intentarlo. ¿Verdad, Gaia?"

Percy desapareció de su lugar en un parpadeó. Fineas sintió el viento soplar y el suelo crujir mientras apuntaba su espada y abría por completo sus ojos.

"¡¿Un asalto frontal?!"—se preguntó—. "No... esto es... más veloz que eso..."

A muy duras penas había alcanzado a ladear su cuerpo hacia la derecha, esquivando una estocada por milímetros.

"Este niño... se ha vuelto más rápido"

Percy ya estaba de nuevo sobre él.

"¡¿Qu...?!"—en un movimiento desesperado, barrió el aire con su brazo izquierdo, desviando la estocada hacia un lado—. "Me he podido defender a tiemp..."

—¡Gaaah!

La fuerza del golpe lo hizo girar por el aire antes de caer dificultosamente de pie. Jadeó agotado mientras sentía todo su cuerpo temblar.

—Duele... no se mueve...—murmuró—. Oye, me has partido el hueso...

Los ojos de Percy brillaban con crueldad.

—Conoce tu lugar, gusano.

Fineas soltó una risa amarga.

—Je, ¿es esa tu carta de triunfo? Ciertamente detecto el olor a peligro—alzó nuevamente su espada—. Pero mientras tenga a la Madre Tierra a mi lado, no me siento con ganas de perder.

Percy volvió a desvanecerse en el aire. Parecía casi como teletransportación, pero no, era algo tan sencillo como velocidad pura.

Los ojos lechosos de Fineas se abrieron en todo su diámetro.

"¡Es rápido"—pensó—. "¡Esta vez lo he perdido completamente de vista...! Madre, ¿dónde se ha metido?"

Sintió el suelo vibrar bajo sus pies.

"¡A la izquierda!"—comprendió—. "No hay nada de que preocuparse, lo puedo ver gracias al Byakuyagan"

Lanzó su ataque y sólo consiguió abanicar el aire.

"¡¿Qu...?! ¡¿Por la espalda?!"

Percy trató de conectar su estocada. Fineas ladeó el cuerpo hacia la izquierda.

La oreja ensangrentada del anciano salió despedida por los aires.

Percy corrigió el movimiento de su lanza y conectó un poderoso golpe con el lateral de su horca en el estómago del viejo.

Fineas salió despedido de espaldas, gruñendo y gimiendo de dolor.

—Es demasiado rápido...—se maravillo Hazel.

—Y esos golpes...—añadió Frank—. Percy es alguien... algo que va mucho más allá de los límites humanos.

El chico lanzó otro ataque, Fineas interpuso su brazo roto para defenderse. Su extremidad fue atravesada y todo su cuerpo fue mandado a volar de nueva cuenta.

El viejo rodó y rebotó por el suelo antes de conseguir recomponerse y levantar su espada.

—¿Por qué todavía no has muerto?—murmuró Percy por lo bajo.

GIGANTOMAQUIA: El Hijo de NeptunoKde žijí příběhy. Začni objevovat