3; Un lugar acogedor en el bosque

166 14 12
                                    

Capitulo tres

"Un lugar acogedor en el bosque"



Otro día más, Anselin deambuló por el bosque buscando cualquier cosa que pudiera estar relacionada con el demonio, como una cueva, un nido o algo parecido que dejara en evidencia cuál era exactamente la forma en la que vivía. O tal vez esperaba encontrar alguna precaria cabaña hecha con materiales reciclados de la naturaleza, mostrando signos de civilización.

Sin embargo su investigación no estaba avanzando, no había encontrado nada por el estilo y tampoco se había vuelto a cruzar con el demonio.

Se puso a la defensiva al escuchar un gruñido solo para terminar dándose cuenta que era su propio estómago. Llevaba un día sin comer, ¿o serían dos?, ¿quizá tres? El bosque parecía tener un tiempo diferente, sabía que eran ideas suyas, pero concordó con Daimon cuando dijo que era difícil saber cuándo empieza un tiempo y termina el otro.

El fango se adhería a las botas de su armadura dando la impresión de que lo querían halar hacia abajo si no se movía rápido, obligándolo a apresurar el paso.

No lo entendía, había vivido cosas peores, mucho peores. Como la vez que fue tragado por un ogro que molestaba un pequeño pueblo, y tuvo que abrirlo desde adentro para escapar. Él habría calificado ese día como el peor de su vida, pero ahora se sentía tan vulnerable. Como si la oscuridad y soledad del bosque quisieran absorberlo para nunca dejarlo ir.

Su estómago volvió a rugir, y él frunció el ceño molesto.

Estaba rodeado de árboles, lodo podrido y malezas. ¿Qué podría rescatar para comer allí?

Esto lo llevó a pensar: ¿qué comía el demonio?

Su libro de demonología contaba vagamente como estos seres se alimentaban de carne humana para ser más fuertes, pero desconocía si ingerían alguna otra cosa.

Sus dudas fueron resueltas cuando tropezó con algo parecido a un tronco que sobresalía del suelo. Maldijo mirándolo con odio por casi hacerlo caer, encontrando que el tronco tenía una forma bastante peculiar. Se agachó para observarlo de cerca, sorprendiéndose al darse cuenta que se trataba de un cadáver.

El cuerpo llevaba un tiempo de descomposición y había sido casi completamente cubierto por el lodo.

—Carajo... ¿Viniste por la recompensa? —murmuró al cuerpo mientras lo examinaba.

Ya había perdido el apetito.

Hasta donde podía ver, tenía marcas de garras que habían rasgado su cuello, desangrándose hasta morir. En la carne que quedaba de su hombro, se podía descifrar lo que parecía ser una mordida, o más bien, un bocado.

Si Daimon iba a comérselo, ¿por qué dejó el resto? Era un desperdicio. Mirándolo desde el punto de vista del demonio, claro.

Mientras pensaba la razón sintió que algo se aproximaba a él. Creyendo que se trataba del demonio miró a sus espaldas. Sus ojos se abrieron con sorpresa en el momento que se dio cuenta que estaba siendo rodeado por lobos salvajes que gruñían rabiosos.

Llevó su mano hasta donde debía estar su espada, sujetando el aire recordándose que la había perdido. Comenzó a sudar cuando divisó que todas sus posibles salidas habían sido cerradas por los animales. A la vez que los lobos se acercaban amenazantes, se puso de pie muy lentamente, analizando su situación. Claramente estaba muerto.

Quería correr y treparse al árbol que tuviera más cerca, pero no había hacia donde correr. Por su honor, lucharía por su vida hasta la muerte. Él era el Príncipe Anselin, el Santo Príncipe de no solo Tinopai, sino de esta tierra. Luchó en incontables conflictos, derroto a miles de enemigos, renació del estómago de un ogro y quién sabe cuántas cosas más han dicho por ahí.

El Príncipe Heredero y el Demonio del bosqueWhere stories live. Discover now