22; De cachorro a lobo

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Capitulo 22

"De cachorro a lobo"

Los jazmines caían con delicadeza sobre ellos. Los sentimientos de Anselin se vieron distorsionados con una extraña sensación nostálgica y de abandono.

La luz rojiza y azul de las llamas, se reflejaba en el agua, golpeando en el interior de la cueva iluminando humildemente a su alrededor.

Los dos hombres permanecieron callados y Anselin no se atrevió a voltear cuando escuchó el agua detrás de sí detenerse de golpe.

Daimon se congeló. La paz que primero fue cómoda entre ellos, se volvió abrumadora antes de oír la voz gruesa del demonio.

―...¿Por qué?

―Es mi deber.

―No lo entiendo... Deseas salvarlos después del trato que te dieron ―habló lento y suave, pero reprimiendo la molestia de sus palabras. Pareció dudar un momento antes de decir―: No te concierne. Ya no eres su príncipe, ellos te quitaron ese título.

Lo último fue dicho con la intención de darle un golpe de realidad; sin embrago para Anselin, Daimon simplemente no estaba familiarizado con la fuerza del deber.

Salió del agua y volteó a verlo con una suave sonrisa― Comprendo que para ti sea difícil entenderlo, pero es el destino que se me dio al nacer.

El ceño de Daimon se frunció y las bolas de fuego titilaron una vez, como si un repentino viento quisiera apagarlas. Siguió caminando hasta el Príncipe a la vez que espetaba―: Destino... ¿qué significa eso para ti? ¿Te sacrificarías en cuerpo y alma por esa palabra? ¡Es absurdo!

―Si así debo hacerlo, lo haré. Es para lo que nací en este mundo ―dijo con resignación―... ¿Piensas que es absurdo? ¿Qué importa el significado? Si sabes lo que debes hacer, no tienes más opción que aceptarlo.

Los puños de Daimon se apretaron a sus costados, deteniéndose frente a él mientras sus ojos buscaban los de Anselin, implorando que entendiera.

―El destino, si es que existe, solo lo aceptaré si se entrelaza con la persona que amo. De lo contrario, no cederé.

Aquella oración obligó a Anselin a encararlo. Fue dicha con un tono tan especial e intenso que logró alborotar su interior.

El dulce perfume del jazmín aumentaba el cosquilleo y temblor de su corazón. Se tomó unos segundos para volver a centrarse y no querer adueñarse de lo que Daimon dijo.

¡Pero una parte de él, una que ni siquiera quiso tener en cuenta, muy en el fondo, anheló que esas palabras hayan sido dichas para él!

―Si es así, espero que el destino sea amable contigo ―deseó de corazón, ignorando sus propias emociones―. Gracias por todo lo que hiciste por mí, Daimon.

―No te despidas―la ceja de Daimon tembló―. El veneno no desapareció de tú cuerpo; ésta no es la cura.

―Mmn, lo sé ―"Mi cuerpo lo sabe", pensó―. Pero devolverme mi energía es más que suficiente―vio como el rostro del demonio se contrajo en una mueca de incredulidad y no pudo evitar decir―: Daimon, nunca te oculté mis intenciones de volver... ¿Por qué creíste que me quedaría... en Pandemónium mientras mi mundo es masacrado?

Omitió la palabra "contigo", porque pensó que sería lastimera.

De todas formas el cuerpo de Daimon se tensó al oírlo y sintió como si un remolino gélido hubiera invadido su pecho, con una sensación sofocante. Esos ojos bicolores que habían estado brillando con mil emociones, se apagaron de golpe.

El Príncipe Heredero y el Demonio del bosqueOù les histoires vivent. Découvrez maintenant