12; Una visita al burdel

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Capitulo 12

"Una visita al burdel"

ADVERTENCIA:

ESTE CAPITULO CONTIENE MENCIÓN A CADÁVERES Y DESCUARTIZACIONES.


Anselin no había logrado encontrar nada en el monte que dijera "el demonio está aquí". Comenzó a pensar que fue bastante estúpido de su parte guiarse por la historia de un egocéntrico charlatán. Y lo era, pero tampoco tenía muchas opciones.

Aun así decidió volver una vez más. Esta vez había empeñado una copa de oro por una buena espada. No se comparaba con la legendaria La Lotus, pero era peor andar por allí desarmado. Esta vez se aseguraría de separar la cabeza de los lobos de sus cuerpos. 

Se adentró en la noche. Nuevamente estaba rodeado de vegetación, oscuridad y del sonido de los animales nocturnos. Pero algo no encajaba con la naturaleza; un olor fétido llegó a él abofeteándole el rostro y quemando sus fosas nasales. Por reflejo se cubrió la mitad del rostro, aguantándose las náuseas y las arcadas.

Era un olor similar a la carne pudriéndose, pero mucho peor del que haría un cadáver. Contaminaba todo el aire haciendo que sea difícil respirar con normalidad.

Sacrificando su nariz y su estómago, rastreó el hedor. Lo condujo hasta una parte del monte donde los árboles eran escasos y aislados, pero de pastizales que llegaban a la altura de la cintura. El olor provenía de alguna parte de allí.

Bajo la luz de la luna y guiado por su olfato, se metió con seguridad entre los pastizales. Intentó abrirse paso cortando la vegetación con el filo de su espada. En medio del camino, notó un montículo. Se acercó a él, ya siendo difícil respirar sin vomitar.

Su ceño se frunció con sorpresa cuando descubrió que el montículo resultó ser un par de carnes magulladas y destrozadas. Y se sorprendió más al detectar que eran los lobos que lo habían atacado la noche anterior.

Anselin juraba que eran los mismos, no tenía ninguna duda. Pero olían como si llevaran meses en descomposición. Era curioso como estaban apilados uno sobre el otro; parecían haber sido colocados así adrede. Sus cuerpos tenían marcas profundas; las carnes habían sido arrancadas y perforadas de forma salvaje y sus gargantas estaban fuera de su lugar, expuestas a la vista.

Era una escena excesiva y grotesca. No se imaginaba qué tipo de animal pudo haber atacado con tal brutalidad.

Su vista revoloteó en la oscuridad, y no muy lejos divisó una mano entre los matorrales. Se acercó con lentitud, como si esperara que algo saltara desde el césped para atacarlo y apartó la hierba con la espada.

Hizo una mueca, ―Pobre Gastón.

O al menos, se compadecía de la parte que había quedado de él. Del busto hacía abajo, todo había sido arrancado, dejando a la vista algunas costillas y órganos dispersados.

Anselin estaba aturdido, no por la imagen grotesca, sino porque no lograba hilar una explicación de lo que pudo haber sucedido. Perezosamente, dedujo que los lobos se habrían estado comiendo el cadáver, cuando un animal más grande los atacó. Sin embargo, no los devoró, ni se comió los restos de Gastón.

¿Solo había atacado por diversión? Entonces eso lo volvía mucho más peligroso.

La hipótesis lo inquietaba, pero teniendo en cuenta que había un bosque no muy lejos, pudo haberse tratado de un enorme oso.

El Príncipe Heredero y el Demonio del bosqueDove le storie prendono vita. Scoprilo ora