10; Decapitación

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Capitulo 10

"Decapitación"


Daimon alcanzó a oírla y su entrecejo tembló. En ese momento, una puerta próxima se abrió y de ella salió un hombre de cabellos blancos como la nieve. ―Mei, es hora de volver a casa.

El anciano notó el estado devastado de su hija, pero no lo entendió hasta que se percató de la presencia del demonio. Sus ojos se abrieron de par en par al mismo tiempo que perdía ligeramente el equilibrio por la impresión. Jamás esperó ver a ese monstruo frente suyo una vez más. Padre e hija estaban petrificados ante el demonio que los miraba con confusión.

―Bestia sucia ―El anciano siseó con voz áspera y temblorosa―. ¿Qué haces aquí? Tú no perteneces a este lugar, debiste morir hace mucho tiempo. ¡Deberías estar muerto! ¡Maldito sangre sucia!

Los alaridos del viejo llamaron la atención del palacio, haciendo presencia inmediata. Los guardias rodearon al demonio poniendo lanzas sobre su cuello, mientras este permaneció inmóvil y con el rostro oscurecido.

Darren salió de la misma habitación donde habían estado el anciano y su hija antes ―Alcalde Wong, ¿Se encuentra bien? ―su vista voló rápidamente a Daimon― ¿Qué hiciste, demonio?

Daimon optó por el silencio. No había hecho nada malo, no tenía por qué dar explicaciones.

En ese preciso instante, Anselin apareció por el pasillo caminando con apuro sin perder la majestuosidad de sus pasos. En una de sus manos traía La Lotus. ― ¿Qué está pasando aquí? ―Inquirió con autoridad. Le ordenó a los guardias que apartaran sus lanzas de Daimon, sin siquiera preguntar cuál fue la razón en primer lugar de que lo acorralaran.

El alcalde contempló estupefacto la acción del Príncipe. ―¿Qué significa esto?, ¿¡Por qué el demonio camina libremente por el palacio, en lugar de que su cabeza cuelgue de un palo!? ―Su hija con los ojos húmedos, lo sujetó para que no se descompensara por el disgusto―. ¡¡Esa bestia asquerosa debería estar muerta!!

―Alcalde Wong, el demonio no es una amenaza. Tengo el permiso del Rey para tenerlo aquí. Le pido que no vuelva a decir esas palabras ―Anselin advirtió.

El anciano Wong negó con la cabeza, sin caer en sus palabras. ―No, ¡Él no debe existir!, ¡Su existencia es un insulto a los cielos y a todos los humanos!, ¡Los dioses nos castigaran por su culpa!

El Príncipe miró de reojo a Daimon; su rostro no mostraba señales de perturbación alguna, pero sus manos se habían cerrado en puños. ―Daimon está aquí porque será presentado frente la corte real para llevar a cabo un juicio justo; como mestizo, tiene los mismos derechos que nosotros y merece el beneficio de la duda hasta que se demuestre lo contrario.

―¡Exijo hablar con el Rey!, ¿¡Cómo puede ser posible que este monstruo tenga los mismos beneficios que un humano!?

―Fue Su Majestad el Rey quien lo decretó de este modo ―Anselin se esforzó para no perder los modales―. Se le hará saber la fecha del juicio, en cuanto se reúna la evidencia necesaria. Hasta entonces, le ruego que no divulgue ni una palabra sobre el asunto, Alcalde.

Ese día el anciano Wong casi sufrió un infarto. Era una deshonra para todos los antepasados que lucharon por el futuro de la humanidad. Se burlaban de la historia y los sacrificios que tomaron innumerables vidas humanas. Los cielos los castigarían por tal ofensa y los primeros en verse afectados, sería sin duda, su familia. Desde hace varios años que pagaban con el precio del pecado de uno de ellos.

El Príncipe Heredero y el Demonio del bosqueOù les histoires vivent. Découvrez maintenant