20; Donde Anselin experimenta la sensación de ser una carga

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­¡Feliz año nuevo!



Capitulo 20

"Donde Anselin experimenta la sensación de ser una carga"


N.A: Este capitulo contiene un fragmento donde se describe mutilaciones humanas, y de las mismas como si fueran mercancía.  



Aferrado en los brazos de Daimon, Anselin admiró el reino de los demonios como si estuviera dando un paseo y no escapando a un pelo de la muerte. A estas alturas, estuvo tantas veces a punto de morir que se había curado de espanto. Ya todo comenzaba a parecer distante.

Naturalmente, era la primera vez en su vida que veía el inframundo, por lo cual estaba asombrado. Lo único que supo sobre él, era por los cuentos y vagas descripciones que se hacían para asustar a los niños que se portaban mal.

Pandemónium estaba bastante lejos de ser lo que se imaginaba. Toda su vida había imaginado un desierto rojo y oscuro, con escasas cavernas y monstruos asechándose entre ellos. Algo muy diferente era lo que sus ojos veían; las estructuras aunque un poco extrañas e interesantes, se elevaban unas junto a otras. Todo se caracterizaba por estar construido con piedra color cobrizo. Las calles eran tan vibrantes como las de un mercado humano e incluso aún más concurrida. Le llamó la atención la manera en que las calles y hogares estaban decorados con banderines con diferentes figuras, y linternas de fuego iluminando intensamente.

Anselin estaba francamente fascinado; no era un lugar lúgubre, de hecho, parecía muy entusiasta.

Antes de que alguien los descubriera volando entre los edificios, Daimon se detuvo detrás de un tejado extremadamente alto.

Apenas puso un pie en algo firme, se apresuró a darle un vistazo a Anselin y preguntar con mucha preocupación―: Alteza, ¿te encuentras bien? ―al ver que no parecía padecer ningún dolor, su rostro se volvió más severo―. No vuelvas a actuar por tú cuenta de esa manera.

Anselin no podía creer que estaba siendo regañado por Daimon, cuando muy probablemente él era el mayor de los dos. En cambio no pudo enfadarse, sino agradecerle por la preocupación. Le dio unas palmaditas en el pecho para intentar calmarlo― No hay de qué preocuparse. Morana me dio una medicina que dormirá el veneno por un tiempo.

El rostro de Daimon apenas pareció relajarse un poco antes de preguntar―: ¿Por cuánto tiempo?

No dijo nada por unos segundos. Al final respondió con una ligera sonrisa―: Eso no lo sé. Pero ya es suficiente bueno que pueda moverme por mi cuenta.

Desde leguas se podía notar la disconformidad de Daimon. Sin duda era una buena noticia que ya no estuviera petrificado y que Erpeton no haya podido hacerle daño, pero el veneno seguía dentro de su cuerpo, amenazando en reactivarse en cualquier momento. Los ojos oscurecidos de Daimon se deslizaron por cada extremo del cuerpo de Anselin y se detuvieron en la mano vendada con una expresión complicada. El Príncipe se dio cuenta y, sintiéndose avergonzado sin saber por qué, la escondió detrás de su espalda.

El otro volvió a subir los ojos, y luego dejó escapar aire por la nariz. Ahora, parecía afligido.

Anselin observó confundido como Daimon empezó a desvestirse de repente. No pudo evitar sonrojarse y correr la vista a otro lado.

El Príncipe Heredero y el Demonio del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora