18; Un reino sin heredero

63 8 1
                                    

N.A: ESTE CAPITULO PUEDE INCLUIR ESCENAS QUE RESULTEN DESAGRADABLES PARA EL LECTOR. LEER CON DISCRECIÓN. 

Capitulo 18

"Un reino sin heredero"

Un tercio de Tinopai fue destrozado por los demonios, solo por diversión. Los soldados hicieron cuanto pudieron. Pero jamás vencerían a unos seres que al ser decapitados, continuaban atacando. A sabiendas de que sería una pelea perdida y una muerte segura, los enviaron a defender a los civiles.

El Palacio estuvo a salvo, no por la protección de los guardias, sino porque el Emperador de Pandemónium les había ordenado exceptuar esa parte. El gran y majestuoso Palacio de Tinopai, había sido reconstruido sobre la metrópoli del antiguo imperio demoníaco, para transformarlo en el centro de la civilización humana. El Emperador tenía intenciones de recuperar lo que les pertenecía, y quería al Palacio como trofeo.

Luego de la aparición furtiva del gobernante de Pandemónium, los reyes aprovecharon el ataque de los demonios a la ciudad para volver a sus países, antes de que a Tinop se le ocurriera retenerlos.

No cabía duda que lo primordial era prepararse para proteger a sus reinos, pero Tinopai estaba más débil que nunca. No podían dejar escapar la oportunidad que esperaron durante años.

Sakarias Tinop se dejó caer sobre el trono con ambas manos agarrándose la cabeza. Las estrellas dejaron de brillar para su reino y descendencia, trayendo fatalidades para el país.

Pandemónium había permanecido en silencio durante mucho tiempo, pero era de esperar que tarde o temprano, sobre todo después de la desaparición de Sirius Pendragon, querrían tomar venganza contra los humanos y el principal objetivo eran ellos. No obstante, fue ingenuo al ignorar el desprecio que le tenían los otros reinos.

Lo entendió tarde. Habían pasado años complotando contra él, y debió darse cuenta desde el momento que el Papa no dejaba de insistir para que enviara a Anselin al bosque, para que se encargara del demonio. Se hizo cargo de mantener a su hijo ocupado en otras tareas y misiones, buscando una excusa para que no lo involucraran. A pesar de que conocía sus capacidades, ningún humano se había enfrentado a un demonio desde hace milenios. No existía un entrenamiento especial de defensa y ataque contra ellos. Cuando los asesinatos en serie comenzaron y la gente comenzó a manifestarse, no pudo seguir postergándolo. Sin darse cuenta, había terminado pisando el palito.

Todo lo que estaba sucediendo parecía una maldición enviada por los dioses. Pero eso ahora quedaba en segundo plano, porque Anselin había sido secuestrado por el Emperador demoníaco. Lo último que vio de su hijo, fue como la serpiente se lo había tragado. Más estaba seguro de que no lo matarían antes de sacarle el paradero del demonio del bosque. Anselin a veces podía ser un hueso duro de roer.

Por primera vez en mucho tiempo, se sintió perdido. Cayó en un poso del cual no podría salir por su cuenta.

Necesitaba a su hijo.

Ya no era joven y fuerte como antes, no podía ir a buscarlo, ni empuñar La Lotus. Esa espada ya no le pertenecía. Cualquiera podía tocarla y tomarla, pero si ya no era el heredero reconocido por los cielos, solo era un arma común y corriente. En el momento que Anselin puso sus dedos sobre ella, se entregó en cuerpo y alma a su propósito.

Darren se mantuvo frente al Rey, conteniendo su nerviosismo y desesperación―Su Majestad, permítame ir por él. ―pidió varias veces, siendo ignorado cada una de ellas.

El Rey por fin habló, dejando escapar un suspiro―: Ir solo será enviarte para que te metas en la boca del lobo. Ni siquiera Anselin pudo hacer algo, ¿por qué podrías tú?

El Príncipe Heredero y el Demonio del bosqueWhere stories live. Discover now