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CAPÍTULO OCHO Mis palabras tiran a matar cuando estoy enojada
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Blair despertó el lunes, sintiendo otra vez un nudo en la garganta y un peso extra en su cuerpo. La misma forma en que se había sentido todo el fin de semana, que por suerte, estuvo libre. Podía decir con seguridad que había gastado todo el sábado llorando y viendo comedias románticas que pudieran reconfortarla, pero se sentía inexplicablemente repleta de ansiedad y pánico.
No sabía si tenía la energía suficiente para levantarse de la cama. Sin embargo, no importaba si la tenía o no, su deber era levantarse y estar en su lugar de trabajo a las ocho de la mañana para dedicarse a lo que siempre había soñado.
Al ponerse de pie, no pensó mucho en la ropa que iba a usar o la cantidad de maquillaje que quería aplicarse ese día. Eligió el primer suéter que miró, un saco y un pantalón que fueran apropiados. Las mismas botas que casi siempre usaba en los días fríos y lavó su cara. Fue todo lo que hizo antes de tomar su bolso y salir de su edificio. Ese día tomó un taxi como siempre, pero esta vez no entabló una conversación con el chofer, sólo estaba pensando en la idea de ver el rostro de Spencer iluminado al verla. Pero él realmente no tenía idea de lo que hacía.
Desde que salió del auto de Spencer e ingresó a su apartamento la noche anterior, una serie de pensamientos intrusivos comenzaron a invadir su cabeza. En vez de sentir la alegría que creyó que sentiría por ser besada por el hombre de sus sueños, los recuerdos de todas aquellas veces que todos sus exparejas le dijeron estaba loca, fueron suficientes para hacerla recordar que ella creía todas esas palabras. Intentar ignorar lo que esos hombres le dijeron, personas que toleraron, y la conocían bien, se convirtió en una tarea imposible.
No tomaría mucho tiempo más para que Spencer se diera cuenta de lo rota que estaba y se alejaría de ella. No dolió mucho cuando todos los demás la dejaron porque ella sabía que ellos eran malos hombres, pero Spence era el ser humano más extraordinario que pudo haber conocido. No quería arruinarlo de esa forma, no quería ser un factor que pudiera lastimarlo. Empeoraba al estar segura de que él no iba a juzgarla, sin embargo, ella sabía que había algo mal con ella. Ninguno de todos los hombres con los que había estado tenían una conexión, salvo ella. Ella era el factor entre el caos, se lo había estado repitiendo durante dos días.
