Capítulo 4

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Lo que pasó con Neal fue apenas el inicio de una serie de sucesos que vinieron a alterar la tranquila vida en pareja que Albert quería para nosotros. Cuando por fin Georges dio con Neal, lo trajo a la casa. Yo permanecí en mi habitación descansando por órdenes de Albert que no deseaba que algo desagradable ocurriera y me terminara alterando tanto que afectará mi embarazo.

Le pedí a Dorothy que me informará tanto como pudiera escuchar del encuentro entre Albert y Neal. Se habían encerrado en el despacho, se escucharon gritos por parte de Albert y luego también de Neal, al parecer discutieron acaloradamente. Estoy segura de que Neal debió ser grosero y Albert que es un hombre pacífico, sensato y muy sereno debió sentirse fuera de sus casillas para haberle gritado a Neal.

Albert no pretendía acallar a Neal sobre mi embarazo y nuestra vida como marido y mujer, ya la Tía Abuela lo sabía, y por alguna razón dejó de importarle que el resto de los ancianos lo supieran. En realidad, estaba convencido de que no lo acallaría con dinero, sin importar de cuánto fuera la suma. Le prohibió acercarse a mí, y a la mansión. Neal era un cobarde y un chismoso eso no iba a cambiar. Más tarde cuando Albert regresó a mi habitación para hacerme compañía me explicó sus planes. Estaba seguro de que Neal no andaba en buenos pasos y lo investigaría hasta averiguar todo y usar esa información para mantenerlo a él y con eso a los Legan lejos de nosotros. En verdad ellos no me importaban mucho, al estar al lado de Albert ellos no podrían hacerme daño. Al menos eso pensé en ese momento.

Me quedé en cama por varios días después de ese suceso, me sentía sin fuerzas, con la emotividad a flor de piel. Lloraba por cualquier cosa, apenas Albert asomaba la posibilidad de irse a Chicago como era habitual yo quería romper a llorar. Mi barriga crecía y crecía, mis pies comenzaron a hincharse, la llegada de mi bebé se acercaba y con ello algunos malestares, por ejemplo, me costaba dormir en las noches. Se movía mucho y era energético toda la madrugada, yo me levantaba y caminaba dando vueltas por la habitación acariciando mi panza, sentir a mi hijo dentro de mí me llenaba de emoción quería tenerlo ya en mis brazos conocerlo, besarlo, olerlo. Deseaba que se pareciera a Albert, que heredará sus bellos ojos azules, su carácter, su bondad. En el hogar me había ocupado de varios bebés, también cuando trabajaba con el doctor Martin en Chicago en su Happy Clinic. Sabía cómo lidiar con niños, y me emocionaba tener a uno propio. Albert también estaba feliz y orgulloso de que fuera su primer hijo, su primogénito y que yo se lo hubiera dado.

Lamentablemente el no estuvo presente en el parto, había viajado a Nueva York dos semanas antes, las dos semanas más angustiantes de mi vida. En esos días recibí la visita de Annie quien se quedó conmigo hasta días después, vino sola Archie se negó a verme en ese momento, intuí que se sentía muy decepcionado de mí. Annie se empeñó en tratar de convencerme de que no era así, que él solo estaba muy ocupado, Albert lo había llenado de obligaciones, yo no le creí. Fue un duro golpe para mí... Archie era el único amigo que me quedaba de los tres jovencitos Andrew con los que alguna vez viví bajo este techo, quienes me habían querido y defendido precisamente de los Legan tantas veces.

Antes de que Albert se fuera en un típico viaje de negocios para Nueva York poco antes del parto me comporte más malcriada que nunca, le reclamé dejarme en esos momentos. El como siempre se sentó a mi lado y trato de explicarme la importancia de su viaje, pero todos los viajes de Albert eran importantes, a Chicago, a Boston, a Nueva York, incluso lo escuché planear un viaje a Europa sentí enloquecer. Tenía temor de pasar tanto tiempo lejos de él, yo que siempre había sido tan independiente y segura de mis movimientos, me aterraba ahora no estar bajo su amparo y protección. Con él a mi lado nadie podría dañarme, ni los Legan, ni la Tía Abuela.

Antes de irse me lleno de besos y prometió una y otra vez que haría todo lo posible por volver lo antes posible. Estaba obligado a hacer ese viaje, me dijo una y otra vez.

Mi PecadoWhere stories live. Discover now