Mi Pecado

Capitulo 19

Contenido adulto, con escenas eróticas y sexuales.

Podían tener un despertar más glorioso. No, Candy pensó que no podía ser más dichosa, apenas abrió los ojos y vinieron a su mente los recuerdos de lo sucedido apenas unas horas atrás. Terry dormía a su lado, con la cara recostada en su almohada, cubierto con sus sábanas, con su colcha. Dormido era incluso más hermoso. Ella detalló muy bien su rostro relajado, el cabello sobre la nuca, y desordenado, la piel de sus hombros que eran anchos y fuertes, y luego de sonreír con picardía, levantó con cuidado todo aquello que los cubría, sintió que el aire podía faltarle, su espalda y sus nalgas, y las piernas, todo era maravilloso. Era muy temprano, y Candy temió despertarlo, pero como ya era costumbre suya levantarse a las seis de la mañana, se puso en pie con mucho cuidado, y de puntitas salió de la habitación, cerrando la puerta con mucho más cuidado.

Se fue directo a la cocina, para preparar café. No dejaba de pensar en él, en los besos que se dieron primero en el sofá que ella podía ver desde la pequeña mesa de la cocina, luego las caricias que él derramó sobre su cuerpo. El deseo la inundaba nuevamente, sólo de recordar el recorrido de su boca por su cuerpo, en su sexo. Sentada en su mesa, tomando poco a poco su taza de café lo saboreaba como si el café supiera a él. Tenía el sabor de sus besos todavía fresco en su boca.

—¡Pecosa! —escuchó su voz llamándola.

Segundos después estaba parado en el arco de la cocina, despeinado y con su bata de flores encima. No pudo evitar reírse a carcajadas.

—¿Qué haces?

Candy se levantó y otra vez se puso de puntitas para darle un beso.

—Vuelve a la cama... conmigo le dijo él mientras comenzaban a besarse con más pasión...

Candy se sintió como mantequilla derretida, las piernas le flaquearon nada más de escucharlo.

—Quieres café...lo acabo de hacer.

—Sí, gracias... le contestó sobre sus labios y volvía a besarla con demanda.

—Serviré un poco y te lo llevaré a la cama.

—No, está bien, lo tomaré aquí.

El guapo actor se sentó en la pequeña mesa del comedor, y cruzó sus piernas, quedando expuestas, Candy volvió a burlarse de él, era una imagen realmente cómica, verlo con la pequeña bata de ella cubriendo apenas hasta los muslos. Le sirvió el café y conversaron apenas unos minutos, luego él le extendió su mano para que ella se sentara sobre él y ella no lo pensó dos veces aceptó la invitación enseguida.

—¿Estás bien? Le preguntó el más serio.

—Sí, muy bien, le dijo ella comiéndoselo a besos.

—Sí sigues haciendo eso, tendré que hacerte el amor de nuevo.

—Ok... jadeo Candy... y si hago esto... comenzó a besarle las mejillas... y esto bajando después por su cuello... metiendo sus dedos entre los cabellos... y esto, le besó el lóbulo de la oreja, y esto besando de nuevo los labios... Mientras que las manos de él comenzaron a viajar por la curva de las caderas, de la cintura, y de los senos apretándolos a través del camisón que la rubia pecosa llevaba puesto, pellizcando los pezones.

—Muy bien pecosa, te lo advertí. El castaño podía sentir como toda la sangre de su cuerpo iba directo a su miembro, poniéndolo duro como roca y febril.

Continuaron con el juego erótico de besos y caricias, él metió la mano bajo el camisón y se estremeció al percatarse que su pecosa estaba desnuda bajo aquella tela rosa pálida. Su excitación fue máxima, el mundo le dio vueltas cuando sus dedos tuvieron el primer contacto con la carne suave y húmeda del sexo de Candy. Como la noche anterior, ella estaba completamente mojada, sus dedos se deslizaban con suavidad por la resbaladiza superficie. Atormentó su perla rodeándola con dos dedos y frotándola con delicadeza, Candy jadeo en sus brazos. Terry se apoderó de su boca, y ella jadeaba en ella, la estaba llevando hasta la locura. Ella se sacudía en su regazo, y el ardía por dentro, lleno de deseo, anhelando el momento de entrar en ella que se movía sobre sus dedos, desesperada, a punto de un orgasmo.